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Los límites de velocidad
Cualquiera de nuestras grandes ciudades tiene la característica hoy de los enormes trancones que impiden la comunicación rápida.
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Jueves, 28 de Enero de 2016

Se ventila en estos momentos la propuesta que pretende incrementar el límite de velocidad en las calles de las ciudades, hasta los 80 kilómetros por hora, y de esta forma elevar también los niveles permitidos para las vías intermunicipales.

Varios alcaldes, entre ellos el de Cali, claman por la enmienda a esta norma. Lo que debemos pensar, es si nuestras ciudades tienen la infraestructura requerida para establecer una norma como esta, cuando lo que observamos diariamente es un deterioro progresivo de las mallas viales, una semaforización obsoleta y deficiente, una señalización absolutamente precaria, una educación ciudadana nula, y unas autoridades de tránsito en su mayoría insuficientes e incompetentes para vigilar el comportamiento del tránsito automotor.

Cualquiera de nuestras grandes ciudades tiene la característica hoy de los enormes trancones que impiden la comunicación rápida, deterioran la calidad de vida de los ciudadanos y contaminan el ambiente por los tiempos prolongados de los vehículos encendidos más allá de lo debido.

A todo esto se suma la falta de infraestructura: muy pocos puentes elevados, no existen túneles y la amplitud de las vías es muy precaria.

¿Para qué entonces desperdiciar el tiempo proponiendo incremento de velocidades donde no es posible lograrlo?

¿Para qué dejar esa puerta abierta a los irresponsables que quieren ir más allá de las posibilidades, incrementándose así la probabilidad de los accidentes mortales? No podemos perder de vista que dentro de las actuales normas el año pasado Medicina Legal reportó la muerte de 5.504 muertes derivadas de accidentes de tránsito.

Lo que hay que hacer con urgencia es invertir tiempo y recursos para mejorar las condiciones actuales de la movilidad en las ciudades, pensando en acatar los estándares de seguridad y pensando en hacer cada vez mas eficiente el sistema de transporte.

Para ello necesitamos ante todo capacidad técnica y eficiencia en la inversión de los recursos, todo ello acompañado de ejercicios de planeación de largo plazo que permitan advertir los problemas y crear las condiciones para evitarlos.

El escenario que vemos hoy en las principales ciudades, es el resultado de la incapacidad para preveer el futuro y para afrontar los grandes retos que las ciudades requieren para que el transporte público y privado sea en verdad eficiente.

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