No es un secreto que lo urbano le gana espacio a lo rural y las ciudades serán ocupadas por el 60 % porciento de la población, lo que significa una concentración demográfica que exige respuestas de los planeadores urbanos y por consiguiente de los gobernantes. No podemos seguir creciendo de manera desordenada, sin prever las consecuencias de ello.
Tenemos el reto desde lo local de proyectarnos de la manera correcta si queremos cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible acordados por la humanidad y los cuales debemos alcanzar, pues no es un tema reservado para Paris, Londres o Chicago exclusivamente. Cúcuta debe apostarle al cumplimiento de dichos objetivos de desarrollo y los servicios públicos son el eje central para ello.
El agua es el principal servicio público y debemos a toda costa garantizar el suministro de manera continua, pero no solo proveyendo el líquido sino que él mismo tenga la garantía de potabilización necesaria. Contar con éste líquido vital en adecuadas condiciones, significa disminuir sustancialmente enfermedades para la población y eliminar indicadores tan repugnantes como los 1.300 niños menores de 5 años que mueren anualmente en Colombia, por el consumo de agua contaminada, según las cifras del Gobierno Nacional.
Pero para ello es necesario hacer una identificación de la pobreza extrema de nuestra ciudad; mapearla y fijarse el indicador de sacar porcentualmente a estas personas de esa condición, tomando como punto de partida los servicios públicos, los cuales garantizan un mínimo vital.
Debemos tener esquemas de recolección y disposición de basuras adecuados, con clasificación de residuos sólidos que comience desde la fuente generadora de los mismo y que nos permitan la reutilización de los desechos, pues desafortunadamente nos hemos vuelto expertos en recibir basura y enterrarla de manera eficiente, dejando de lado un negocio rentable, generador de empleo e ingresos que puede desarrollarse de manera exitosa como lo hacen otros ciudades, las cuales en promedio reutilizan el 60 porciento de los residuos sólidos dispuestos. Debemos dar el de responsables ambientales a los recicladores y dejar de verlos de manera desdeñable como solemos hacerlo.
No tenemos verdaderos mecanismos de articulación para hacer redes de ciudad, donde aprovechemos al máximo las oportunidades. El individualismo, el egoísmo y la falta de solidaridad nos margina de grandes posibilidades, No somos capaces de hacer ni un luto colectivo por la desgracia ajena, como el doloroso capitulo de muerte de jóvenes en nuestra ciudad involucrados en accidentes de transito, lo cual debe dolernos a todos. Renunciemos a la inmediatez y sentémonos a definir el derrotero de lo fundamental, deponiendo nuestro interés particular y revistiéndonos de un alto grado de compromiso social.
