La tradición política colombiana ofrece a sus mandatarios una luna de miel, entre 6 a 12 meses donde sus iniciativas y equivocaciones se dejan pasar. Históricamente esta ventana de confianza la aprovecha el ejecutivo para radicar ambiciosas reformas frente al congreso. Este gobierno que viene con expectativas masivas de cambio, optó por la cautela en su primera legislatura. Mientras tanto, un temor fundado en experiencias de gobiernos de izquierda en América Latina, una narrativa de dictadura narco comunista de la oposición y varias salidas en falso de funcionarios están deteriorando el clima de inversión. Brindar más detalle sobre las próximas reformas sería útil políticamente, fomentaría la economía y mejoraría las mismas iniciativas. La incertidumbre confunde a pesar del buen momento que viven muchos empresarios.
Fácilmente se puede confundir el periodo de luna de miel con un falso consenso sobre el qué y el cómo de las reformas. Se corre un riesgo, como le pasó al presidente Duque, de aislarse en políticos y académicos que solo compartieron las opiniones del mandatario. Si efectivamente las reformas prometidas son de la escala y variedad de las cuales se habló en campaña, se debería anunciar esa agenda con un anexo que incluya el detalle de las propuestas del gobierno.
Las conversaciones populares que se adelantan en el marco del plan de desarrollo son valiosas, pero tienden a tener un enfoque regional. Pocas veces existe la oportunidad de profundizar sobre temas sectoriales, menos aun cuando la conversación está basada en percepción y no datos. Se debe escuchar a expertos independientes por fuera del esquema oposición-gobierno, inclusive totalmente alejados de la política, quienes son fundamentales si se quiere hacer grandes reformas que requieren consenso.
El plan de desarrollo nos dará más luces sobre la dirección de reformas. Hasta ahora solo se aprobó la tributaria, el grueso de esta, pulida en la discusión congresional al tramitarse sin el afán usual de fin de año. Aunque esta cumplió con su propósito de recaudar lo requerido haciendo el menor daño posible, nadie argumenta que fue una reforma estructural. A parte de esto, en trámite viene una reforma política, más bien diseñada para favorecer los intereses del partido de gobierno. Al cierre de esta legislatura, se pueden destacar varias iniciativas del Congreso, pero las reformas grandes de gobierno vendrán más adelante.
A la reforma pensional basada en pilares, una propuesta razonable promovida por el Banco Mundial, ya la están satanizando como el fin de los mercados de capital. La reforma a la salud la están desprestigiando diciendo que acabaría la opción privada de atención para depender exclusivamente de un monopolio estatal. Si bien hay mucho rumor, si deberían decir qué va a reemplazar las EPS después de acabarlas. Con el detalle e inclusive el derecho a opinar de voces que piensan diferente, se puede construir confianza.
La economía va a tener un buen cierre de año, pero muchos empresarios están dilatando inversiones en el país hasta no tener más claridad. Existen buenas ideas, especialmente propósitos, pero ya es hora de mostrar el detalle.
PS: Fueron 78 años de espera para nosotros los hinchas del Pereira, también 8 años en la B, pero finalmente nos llegó nuestra estrella.