La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Más sobre prosperidad
Interesante la anécdota con la que comenzó la conferencia; al nombrarlo secretario de Competitividad, le dijo el alcalde. 
Authored by
Sábado, 29 de Febrero de 2020

La Fundación Cultural el Cinco a las Cinco trajo hace un par de semanas al ingeniero Ángelo Quintero Palacio para compartir las experiencias que permitieron transformar a Manizales de ser una de las peores capitales colombianas para hacer negocios en una de las más pujantes. 

Interesante la anécdota con la que comenzó la conferencia; al nombrarlo secretario de Competitividad, le dijo el alcalde: Si el índice de competitividad de Manizales no sube siquiera dos puestos, ni siquiera vuelva por aquí. Reto verdaderamente interesante, puesto que en un par de años Manizales se convirtió en ejemplo a seguir por otras ciudades. 

El problema fundamental en ese momento era que la gente no creía ni en su ciudad ni en ellos mismos. Quizás algo parecido a lo que nos ocurre en Cúcuta. Los industriales manizalitas se habían ido a crear empresa en otras ciudades. Todos viajaban a Pereira a un poco más de una hora para comprar desde el mercado hasta electrodomésticos en los almacenes de cadena y grandes superficies que no existían en la ciudad. El valor de la finca raíz se había reducido. La ocupación hotelera era prácticamente nula. Todos miraban hacia afuera y nadie hacia adentro y hacia sus fortalezas estructurales. 

El secreto de Quintero fue lograr que la gente recuperara la confianza en sí misma y que todos trabajaran unidos con la Alcaldía, sin distingo de colores políticos ni de clase social, en un único empeño: convertir a Manizales en una ciudad ejemplo para hacer negocios.

Hizo poner vallas en todas las salidas terrestres que decían “Compré en Manizales”, se alió con varias empresas para convencerlos de que inauguraran centros comerciales; en fin, le dio un vuelco a la ciudad basado en devolver la confianza de la gente en sí misma y en el trabajo en equipo, sociedad, empresa y Estado hacia un mismo fin. 

Obviamente no fue una tarea fácil, pero contó con una población altamente calificada. Casi el 80% de los manizalitas tienen un título universitario, porque los padres tradicionalmente hacen cualquier sacrificio para enviar a sus hijos a la universidad. Este es un capital humano y ciertamente, un capital social absolutamente necesario para que pueda haber crecimiento; ¡ojalá lo tuviéramos en Cúcuta como tradición! Oyendo a Quintero, pensaba que deberíamos, parafraseando las palabras de Kennedy en su posesión: “No le pregunte a Cúcuta ¿qué puede hacer por mí?, más bien pregunte, ¿qué puedo yo hacer por Cúcuta? 

Si todos nos hacemos esta pregunta y respondemos que buscamos el progreso, la convivencia, el empleo pleno, la seguridad, la atención oportuna en salud y la mejor educación de primaria a universitaria, se permitirá que todos, ciudadanía, alcalde, concejales, personero, comerciantes e industriales sean un solo cuerpo que acabe para siempre con el imperio de la corrupción.

En este empeño son fundamentales las universidades. Requerimos un mayor número de profesionales que sean éticos, cultos e idóneos con quienes se pueda hacer ciudad, como lo hicieron en Manizales. 

En una reciente entrevista en El Tiempo, Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), respondía a la pregunta del entrevistador acerca de si las carreras tradicionales se deben continuar estudiando: “Sí, pero sin duda se tienen que transformar”. 

Ante la disponibilidad del internet, ya la memoria no es tan importante. Pero hay que tener en cuenta que, si bien la información está disponible en la red, de nada sirve que exista si no sabemos buscar, ni qué buscar. Entonces, la memoria todavía es importante, pero para saber dónde buscar y encontrar lo pertinente distinguiéndolo del pseudoconocimiento.  

Y hay aspectos de la formación en cualquier carrera que no se reemplazan por la disponibilidad de información en la red. Por ejemplo, será posible utilizar un programa para obtener resultados de una operación matemática, pero si no se sabe qué son, para qué sirven y cómo se utilizan, será lo mismo que no haberlos obtenido.  Esto implica que hay conocimientos que es indispensable obtenerlos en la universidad y que no se consiguen fuera de ella, en una búsqueda anodina y sin disciplina. 

En este sentido, se debe resaltar la labor que viene haciendo la Universidad Simón Bolívar, que ha incrementado sus especializaciones y maestrías y se prepara para traer a Cúcuta dos doctorados, que le permitirán no solo a los egresados sino a cualquier profesional, reinventarse. Y en esto de ofrecer lo pertinente y necesario, la nueva carrera de Matemáticas y Ciencias de la Computación es la base para una economía digital, el tratamiento de grandes bases de datos y el manejo de la inteligencia artificial. Como la Unisimón, otras universidades públicas y privadas están haciendo esfuerzos importantes que se integran en el Comité Universidad Empresa Estado (CUEE) y la Alianza de Universidades SIES+ para lograr la Cúcuta que nos merecemos. 

Temas del Día