Mientras la atención mundial se centra en la forma cómo debemos afrontar la crisis producida por la pandemia y los protocolos de bioseguridad que debemos afrontar para evitar la muerte, los nortesantandereanos tenemos que registrar con horror un nuevo capitulo de violencia que enluta la región.
Los titulares de prensa dan cuenta de más de cuatro masacres en el último tiempo, algo que parecía superado en nuestro país.
Con tantas noticias nefastas que ponen de presente el recrudecimiento de la violencia en nuestra región, el término masacre que habíamos dejado por un tiempo en el olvido, empieza nuevamente a ocupar los titulares de prensa. No solo debemos tratar de superar la pandemia producto de la COVID-19, sino que ahora tenemos que controlar la inseguridad desbordada de la región, pues perecen más personas por arma de fuego que por la pandemia.
Deberíamos estar igual de aterrados por las muertes violentas y llevar un registro diario como lo hacemos con el COVID-19, pues no puede ser normal que nos cause tanto impacto que mueren algunas personas por la pandemia, pero poco o nada nos importe las masacres que se están presentando en la región. Sí la COVID-19 tiene al departamento en alerta naranja, las muertes violentas deberían tenernos en alerta roja.
Todos hablamos de bioseguridad, generamos aislamiento preventivo, distanciamiento social y hasta confinamiento como medida para prevenir la muerte, entonces por qué para el tema de seguridad no tomamos las mismas medidas si las cifras de muerte superan las de la pandemia?. En Colombia se habían producido entre el 1 de enero y el 28 de junio 5.281 homicidios y por la COVID-19 habían muerto para esta misma fecha 2.811 personas.
La muerte es muerte cualquiera que sea su causa y si las cifras arrojan datos tan escalofriantes, por qué aterrarnos por unas y por otras no?. Así como invertimos en camas UCI, ventiladores, elementos de bioseguridad, por qué no invertimos en seguridad social para impedir las muertes de tantos colombianos. ¿Por qué somos tan hipócritas verificando cómo se gastan los recursos de la salud y descuidamos los recursos del campo, donde más masacres se presentan?
Nuestro sector rural está libre de la COVID-19, pero tiene una pandemia peor; la desaparición forzada, la violencia que recrudece, la desigualdad social. Ojalá no gastemos todo el dinero en infraestructura que una vez superada la crisis no podremos sostener y miremos al campo que cómo la cenicienta espera algún día salir del ostracismo en el que le mantienen.
La pandemia dejará miles de muertes dolorosas y nos alegraremos cuando pase y todo vuelva a la normalidad, pero ¿qué pasará con la seguridad?
¿Cuántos son los muertos que deja la violencia y la desigualdad social, sería bueno preguntarnos como el Apóstol Pablo, muerte dónde está tu aguijón?