Aunque la muerte de los seres vivos es inexorable, cuando llega no deja de generar afectación, con mayor intensidad en unos casos que en otros, según también haya sido el grado de relación que se tenga con quien llega al luctuoso final o lo que represente el mismo en su trayectoria existencial.
Indudablemente, hay unas muertes que conmueven más que otras. Producen desgarramiento y desolación, por cuanto restan, por el vacío que dejan. A veces por las circunstancias en que se da el hecho.
En la canción de Alberto Cortez se expresa muy bien ese sentimiento que suscita la muerte:
“Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río”.
Es una partida sin regreso. Un adiós de final interminable, aunque sobreviva el legado que resulta de cuanto se hizo, de lo que se aportó en función de un mejor destino común. La huella generosa del ser humano promueve lazos de fraternidad y eso cuenta en lo colectivo, así como en la cotidianidad de las relaciones se unen pasos que animan la amistad o estimulan las causas solidarias.
Recientemente la muerte cortó los pasos de Ángel Romero y de Ana Piñeres. Los dos dedicaron sus vidas a la comunicación. Y dejaron, cada cual en su ámbito, legados relevantes en el periodismo y la producción audiovisual.
Ángel Romero fue un periodista de reconocida calidad. Su desempeño en los medios de prensa y radio se caracterizó por la certeza, la diafanidad, la precisión y el buen estilo. Sus conocimientos, su inteligencia y su apego a la responsabilidad como comunicador lo hicieron respetable. Trató a todas las personas con decencia. No cedió en sus convicciones democráticas y defendía la libertad como garantía de la convivencia. Sus 22 años en La Opinión fueron de compañerismo solidario, con saberes que enseñaba sin egoísmo. Deja un surtido legado para el mejor ejercicio del periodismo.
La otra lamentable partida es la de Ana Piñeres. Consagrada a la producción audiovisual fue valioso lo que en calidad y cantidad le aportó al cine y la televisión con historias de su autoría que tuvieron acogida internacional. Su narrativa alcanzó niveles de expresivo entusiasmo en las audiencias de Colombia y del exterior. La empresa que manejó y desde la cual desarrolló sus iniciativas, la posicionó en las mejores condiciones, con estabilidad y proyecciones de crecimiento. El repertorio de sus creaciones seguirá vigente. Debe preservarse en la perspectiva de su utilidad.
A Ángel Romero y a Ana Piñeres se les cortó el vuelo cuando todavía estaban en capacidad de seguir aportando sus saberes. Duele la ausencia de ellos.
Puntada
El fiscal general de la nación, Francisco Barbosa y la procuradora Margarita Cabello Blanco parecieran estar en campaña política por lo que dicen y como lo dicen respecto a las propuestas del gobierno. Son beligerantes y el tono es de oposición, como si no fueran servidores públicos obligados a no mezclarse en acciones que no corresponden a la investidura que hoy tienen. No les queda bien, precisamente, estar de provocadores con posturas de sectarismo, alejándose de sus funciones legales.
ciceronflorezm@gmail.com
cflorez@laopinion.com.co