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Necesitamos una verdadera política pública en educación
Países desarrollados tienen jornadas educativas más cortas y productivas que las nuestras y en especial no tratan a los niños como canecas de conocimiento.
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Viernes, 17 de Agosto de 2018

Lamentablemente nuestro país retrocede en materia de educación, frente a los países latinoamericanos y la razón es muy sencilla, se invierte más en infraestructura que en la calidad de la educación. Estamos creyendo que con instalaciones bonitas, mejoraremos la educación y eso no es del todo cierto.  Es necesario contar con instalaciones modernas, pero al final del día el conocimiento y la educación lo trasmiten las personas.

La clase alta de los países desarrollados, durante siglos recurrió a los tutores, quienes formaban a los  hijos de la aristocracia y para ello no requerían instalaciones especiales o llenas de confort, solo requerían un buen maestro y un claro currículo, diseñado especialmente para atender la demanda de los padres, según la proyección que querían para sus hijos. 

Hoy en día la educación es un negocio lucrativo para los particulares, se ferian cupos escolares y se cobran altas mensualidades en salones poco funcionales para la educación, pero muy rentables para el interés particular. 

Equivocadamente hemos querido mejorar la educación en Colombia, atiborrando de materias el horario escolar y trasmitiendo de manera acelerada cantidad de conocimiento, que no contribuye en nada al proceso de formación,  desganando a los estudiantes y sus familias las cuales deben involucrase para sacar delante las exigentes tareas.

Países desarrollados tienen jornadas educativas más cortas y productivas que las nuestras y en especial no tratan a los niños como canecas de conocimiento, sino que forman verdaderos seres humanos, llenos de valores y respeto por las personas, el medio ambiente y las instituciones. Nuestra sociedad no necesita expertos en algoritmos y pésimos ciudadanos. Necesitamos jóvenes educados capaces de transformar e influir en sus campos de inherencia.

Para lograr este sueño, necesitamos una fuerte inversión en materia de educación que no se direccione solo a construir colegios, sino que invierta en el elemento humano: profesores, alumnos y padres.  Pues de nada sirve inculcar valores en el colegio, si no se afianzan en casa. La educación es una responsabilidad conjunta y los centros educativos desempeñan un papel primordial en esta labor.

Los currículos deben ser ajustados, para ser efectivos en el proceso de formación. Una educación de calidad no se mide cuantitativamente a través del conocimiento o información del alumno, sino de manera cualitativa en la integralidad del estudiante.

Formemos hombres y mujeres valiosos para nuestra sociedad, con acceso a las artes, los deportes, la culinaria y la cívica entre otros, para esculpir verdaderos ciudadanos de bien para nuestra sociedad y para ello necesitamos una verdadera política pública en educación.

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