La Navidad llega y los corazones se alegran, florece la esperanza, la ciudad se engalana, el latir del corazón se agudiza por la expectativa de quién llegará y las familias se disponen para reunirse, dejando atrás desavenencias o desacuerdos. Es la época más hermosa del año.
¿Por qué limitar la alegría solo a unos días del año?, pudiendo disfrutar en familia todo el tiempo y mantener la alegría intacta en nuestro corazón. Pareciera que el ser humano necesita vacaciones hasta de las emociones, para tomar aire y proseguir su camino. Pasa navidad y todo vuelve a la normalidad; afanes, rutina, trabajo, responsabilidad.
La felicidad es una decisión, no un sentimiento. La felicidad no son sonrisas o ratos de esparcimiento. La felicidad es hacer el bien y no cansarse de ello, descubriendo la maravilla que significar el dar. Esa disposición que tenemos para enviar tarjetas, comprar regalos, invitar a cenar a la familia y los amigos, debe ser una constante en nuestra vida y hacer que la navidad sea todo el año para nosotros. Nada cambia la satisfacción de provocar una sonrisa, pues, siempre será mejor dar que recibir.
Aprovechemos al máximo este tiempo, utilicemos el poder del perdón y no nos conformemos con una buena obra o un regalo, vamos con solidaridad a dar la mano, apoyar a otros y a salir adelante. Los colombianos tenemos un poder resiliente con el cual hemos podido en medio de la guerra, ser el país mas feliz del planeta. Parece inverosímil, pero es producto de la capacidad que tenemos de reponernos a las situaciones difíciles. Sin embargo siempre lo hemos hecho solos, sin decirle a nadie, sin contar con nadie.
Hagamos de la solidaridad, nuestro nuevo valor, apoyémonos unos a otros, defendamos lo nuestro, construyamos de manera colectiva y dejemos de lado la individualidad. Identifiquemos causas comunes y apostémosle a sacarlas adelante, sin distingo, sin protagonismo, sin mezquindad. Nuestra ciudad siempre ha resistido y ha sabido salir adelante; esta vez no será la excepción.
La gran cruzada es por el bien, por hacer lo que nos corresponde desde la individualidad y ser solidarios con los que nos necesitan, para que juntos crezcamos y salgamos del conformismo y la mediocridad, a la que nos ha conducido el facilismo de la cultura mafiosa que soterradamente ha permeado las esferas de la sociedad. Nunca nada bueno y perdurable se logrará sin esfuerzo.
No nos cansemos de hacer el bien, pues es la única forma de derrotar el mal. No cambiemos a los demás, ni los señalemos con el dedo inmisericorde del juzgador. Cambiemos cada uno de nosotros, hagamos lo que nos corresponde y nuestra sociedad entera será transformada. Sé que somos mas los que queremos hacer las cosas bien, solo que nos hemos dejado dispersar y perdimos la fuerza de la unidad y la solidaridad. Hoy quiero invitarte a que no te canses de hacer el bien.