Los nortesantandereanos hemos tenido que padecer las consecuencias de la crisis política y social que vive Venezuela, pues este departamento ha tenido que recibir los centenares de personas desplazadas, que huyendo del régimen de Nicolás Maduro, se refugian en nuestra zona de frontera para mitigar su hambre y temor.
Nuestras autoridades locales no podían con las problemáticas sociales de nuestro pueblo, mucho menos ahora con una avalancha como la que estamos padeciendo que ha multiplicado las necesidades sociales de esta zona de frontera. La delincuencia, prostitución, drogadicción y un sin número de enfermedades siguen en ascenso y no logramos implementar un solo programa que mitigue o controle esta situación. Todo esta desbordado y nuestra sociedad se asfixia, con la desesperanza del creer quenada va cambiar.
Lo cierto es que nada cambiará, si no decidimos actuar juntos para cambiarlo, si seguimos con el individualismo y egoísmo, no podremos cambiar nada, necesitamos actuar juntos, tener la posibilidad de unir esfuerzos para determinar un camino a recorrer. En momentos como este se necesita liderazgo y no caudillismo, se necesitan ideas y no negocios particulares, se necesita unidad y no acuerdos bajo la mesa.
Los nortesantandereanos debemos romper con el paradigma de los alacranes que no se vuelan de la canasta sin tapa, porque por ser de esta región, cada vez que alguno lo va a lograr los otros lo bajan. Esa cultura de envidia y chabacanería, nos hace mucho daño y no nos deja avanzar como región. Necesitamos liderar un proceso de cambio a través de la conformación de grupos de trabajo sectorial, con capacidad de incidir de manera positiva y desde allí generar un cúmulo de propuestas viables y certeras en pro del desarrollo de la ciudad. Pero no traer el anaquel de los proyectos desuetos de antaño, maquillados para hacerlos parecer ideas novedosas.
Cada vez que se genera la oportunidad de presentar proyectos al gobierno nacional salen, especialmente los gremios, con ideas de hace 30 años que les cambian el nombre y las presentan como gran creación intelectual. Los tiempos cambian, la tecnología avanza, la innovación ya no es un tema científico, creo firmemente que existe una nueva generación capaz de pensar de forma diferente una Cúcuta para los próximos años. Lo más valioso de Cúcuta es y será su gente. Solo debemos reorientarla.
No podemos distraernos con un conflicto internacional que no nos pertenece y lo que es peor, que no podemos solucionar. El problema de los venezolanos, lo deben arreglar los venezolanos. Pero el de Cúcuta, si nos corresponde a nosotros. Empecemos a buscar una salida a la situación actual, juntemos manos, hagamos algo diferente porque ya comprobamos que la receta de los últimos años, no funcionó. Por ahora deslindemos el conflicto de Venezuela de nuestra agenda local y ojaláde nacional también, pues los cucuteños no podemos ser la carne de cañón de un conflicto internacional.