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Odebrecht
Los sobornos de Odebrecht son pequeñísima parte de lo que en la materia ha pasado en el gobierno de Santos.
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Domingo, 22 de Enero de 2017

Aunque no parezca posible, tenemos muchas cosas nuevas por decir en este caso que sacude a Colombia.

La primera, que es apenas la cabecita de un iceberg gigantesco. Contra todo lo que se supone, los sobornos de Odebrecht son pequeñísima parte de lo que en la materia ha pasado en el gobierno de Santos. El Fiscal dice que tiene evidencias de contratos torcidos, especialmente en las regiones, por valor de 20 billones de pesos. Al país se lo robaron, y en esa medida los once millones de dólares de Odebrecht apenas son la muestra de lo que nos pasó.

La segunda, es que nadie ha hecho la cuenta de lo que costó la adjudicación amañada, tramposa, que se hizo a los contratos de Odebrecht, empezando por la Ruta del Sol. El que roba en la adjudicación es porque no tiene la mejor oferta. Si la tuviera, no tendría que sobornar a nadie. ¿Cuánto valió entonces esta trampa? ¿Cuantos centenares de miles de millones de pesos perdimos por haber pretermitido las mejores ofertas?

Si los que adjudican quedaron comprados, será necesario echarle una miradita a las reclamaciones que le aprobaron a Odebrecht en el camino. No hay contrato de obra sin reclamaciones. Porque las condiciones del terreno no eran las previstas, porque las comunidades no dejaron trabajar, porque los terrenos no estuvieron disponibles y por muchas otras razones, contrato de obra y reclamaciones son términos inseparables. ¿Cuántos serruchos, componendas, movidas raras no se hicieron a lo largo de la obra?

La tercera cosita por decir, es que el absurdo de la adición al contrato de una vía que marcha de sur a norte, con otra que va de oriente a occidente, nos pone en guardia frente a otro peligroso instituto: el de las adiciones contractuales.

Una de las razones que más indignan en esta alcantarilla, es que las noticias de este domingo 22 de enero, vienen más capturas y escándalos por el caso de Odebrecht. Buen momento para empezar otros debates de mucho más fondo. Como por ejemplo el que se refiere a la carretera que se mandó a construir el presidente Santos para su finca de Anapoima. En este país sin vías; cuando no se ha podido resolver el problema de la carretera Villeta-Guaduas; cuando sigue pendiente el túnel de La Línea y no hay una carretera decente de Fresno a Manizales; cuando no se construye el puerto que necesitamos en Urabá, porque no hay carretera que lo sirva; cuando la Altillanura y La Mojana, potenciales despensas agrícolas para el mundo entero, siguen incomunicadas, el país gasta centenares de miles de millones de pesos en la carretera personal del Presidente.  Y es solo el comienzo. La olla podrida se ha destapado. En esa medida, y apenas como el primer paso de la cruzada nacional contra la corrupción y los corruptos, bienvenido
Odebrecht.

“adición” contractual por novecientos mil millones de pesos, la carretera Ocaña Gamarra, es que si por una parte se hizo sin licitación ni concurso, a precios y en condiciones que ignoramos, iba directo al puerto otorgado en concesión al hermano de una Ministra y por esos malabares santistas, cuñado de otra. Claro que sin protesta, advertencia o declaración de impedimento de ninguna de las dos integrantes de la parejita.

Lo que no se ha dicho, y bien que vale la pena averiguarlo, es que según noticias que tenemos, el Secretario Privado del Presidente es pareja o esposo o compañero permanente o amante, o como se llame, del mismo señor Parodi, a cuyo puerto le hicieron carretera. ¿Nos quieren explicar?

 

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