Fue la Constitución de 1991 la que en sus principios fundamentales ordenó proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación. Luego de su proclamación fue creado el Ministerio de Cultura, mediante ley 397 de 1997, durante el gobierno de Ernesto Samper Pizano, que desarrolla el principio fundamental anotado. Esta ley fue modificada por la ley 1185 de 2008, que precisa diáfanamente cómo está integrado el patrimonio cultural de la Nación. Esta ley creó el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, que es la nueva denominación de lo que antes se llamaba Consejo de Monumentos Nacionales.
Traigo a colación este tema porque recientemente tuvo resonancia nacional el peligro en que se encontraba el Puente Real de Chitagá, una de las estructuras de madera más antiguas que tiene Norte de Santander con más de 280 años de historia. Recientemente el ingeniero civil y académico Julio Mario Villamizar Sandoval lo visitó y envió imágenes del estado ruinoso del puente. Las imágenes las enviamos por el chat interno de la Academia de Historia de Norte de Santander, y desde Bogotá, los académicos que residen en esa ciudad capital, como Rodrigo Llano Isaza, principalmente, nos contestó que él se pondría al frente de las entidades oficiales pertinentes para diligenciar los arreglos adecuados y evitar el desastre. Pues no fue posible, porque la burocracia funciona así, paquidérmicamente. Y el Puente Real, que había sido declarado patrimonio nacional, ubicado en la vereda Llano Grande, en cuya casona vecina se hospedó Bolívar y que, además, fue escenario de contienda en la guerra de los Mil Días, sucumbió ante la creciente del río Cáraba.
Comento este evento porque el pasado domingo el diario La Opinión publicó un artículo titulado “La cruda realidad que viven los pasos reales de la Colonia en Norte de Santander”. Y agrega: “El abandono y la naturaleza se encargaron de desaparecer uno de los monumentos nacionales más importantes del departamento, el Puente Real, en el municipio de Chitagá”. Inmediatamente mi buen amigo, el académico Cristian Stapper Buitrago, actual director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Sergio Arboleda y quien en otras ocasiones nos ha prestado su concurso para otros emprendimientos culturales, me escribe y recuerda lo que puede suceder con el puente La Unión, sobre el río Cáraba, en el municipio Santo Domingo de Silos, o mejor, en Silos.
Este puente tiene la misma estructura del extinto en Chitagá, de madera, fue construido en 1623, se sabe que es Bien de Interés Cultural Departamental y algunas veces ha estado “delicado de salud”. Ante este llamado del doctor Cristian Buitrago nuevamente el académico Rodrigo Llano Isaza, actual tesorero de la Academia Colombiana de Historia y buen amigo de nuestra Academia de Historia, se ofrece a diligenciar ante las autoridades nacionales para intervenir el puente de Silos. Aunque parece que a esta estructura de madera le hicieron “adecuaciones modernas”, me dice el doctor Cristian. Me imagino que es un remozamiento no autorizado, pero puede reversarse a su estado original. Estaremos pendientes.
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