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¿Por qué protestan?
No es fácil aventurarse a estas explicaciones. Quizá nadie tiene la respuesta. No lo sé. Acá intento plantar una explicación.
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Sábado, 16 de Noviembre de 2019

Las marchas de estudiantes han sido habituales. Los universitarios son, por definición, contestatarios, y eso hay que aplaudirlo. 

Lo nuevo, a mi juicio, es que las marchas se han vuelto más agresivas, más virulentas. Lo otro que me asombra, es que antes los marchantes pertenecían a universidades públicas, pero ya se ven estudiantes de algunas universidades privadas, entre ellas la Javeriana. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué, ahora, hay marchas más fuertes y con miembros que antes eran pro establecimiento?

No es fácil aventurarse a estas explicaciones. Quizá nadie tiene la respuesta. No lo sé. Acá intento plantar una explicación. 

Parece que la promesa, antigua, del Estado liberal y capitalista ha fracasado. 

Muchas generaciones fueron más ricas que sus padres: Esa era la regla. Los hijos tendrán mejores condiciones de vida que sus padres, y los hijos de los hijos harían lo propio. Mayor calidad de vida, más recursos, avances en todos los campos. Pues bien, esa regla parece haberse agotado y ahora estamos viendo que las personas entre los 16 hasta los 30 están teniendo una vida un poco, quizá mucho más, problemática que sus padres. 

Miren ustedes: El siglo 19 dio paso al 20 con una euforia nunca antes vista. El mundo había sido conquistado, y el hombre era el rey indiscutible y el futuro era promisorio. Por el otro lado, el cambio del siglo 20 al 21 fue menos feliz. Hubo más dudas, más temores. Ya se veían los líos del maltrato del hombre al medio ambiente. La anhelada longevidad empezó a verse como un problema. El planeta no era infinito, ni sus recursos ilimitados. El ambiente no era de máxima euforia y optimismo, sino de miedo y pesimismo. 

Esas personas, las que nacieron en este nuevo paradigma de miedo-pesimismo, hoy tiene cerca de 20 años. Y son los que protestan. 

Decía que el modelo de estado liberal y capitalista falló y prueba de ello es ya no hay facilidades para vincularse a empleos estables y bien remunerados. Todos los jóvenes han entrado en un círculo terriblemente trágico, en el que para acceder a un buen empleo deben tener estudios post universitarios, que cuestan millones. Pero, ¿cómo los van a costear, si no hay trabajo? Es un círculo malicioso, en el que se están replicando estructuras antiguas en las que solo accedían a cargos altos y bien pago los que venían de hogares ricos. 

La caída en el número de personas que ingresan a estudios universitarios da cuenta de ello. Que los Andes decida congelar el precio de sus matrículas nos debe indicar que ya han alcanzado el inmoral techo de casi 20 millones por “semestres” de 4 o 5 meses. 

En fin, las promesas de bienestar, ascenso social y seguridad económica parecen estar fracasando de forma clara y estrepitosa. Esto da pie para las marchas, muchas veces cargadas de violencia. 

Y el real riesgo de las marchas no es otro que un caudillo se apropie de ese discurso y prometa humo para saciar a los jóvenes. De ahí han salido los Chávez, los Trump, y en general los mesías. 

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