El país de las oportunidades busca arrebatar el país de las garras del clientelismo para devolvérselo a la clase media trabajadora colombiana.
En materia económica, el panorama de crecimiento de los últimos años, nos muestra una tendencia de crecimiento bajo, inestable, volátil y exclusivamente dependiente de la industria extractiva, el sector minero y los recursos no renovables.
Esa tendencia inequitativa y desigual que concentra la riqueza en unos pocos, en detrimento de la mayoría, debe ser reemplazada por un crecimiento inclusivo, columna vertebral para un Nuevo Liberalismo.
Mientras ustedes leen esta columna, Colombia mantiene un Coeficiente de Gini de ingresos de 0.55 y un coeficiente de propiedad de la tierra cercano al 0,90. Eso en términos sencillos, significa que nos aproximamos rápidamente a una desigualdad social absoluta en nuestro país.
El crecimiento inclusivo por su parte, consiste en llevar a la gente a ser el centro de un nuevo modelo económico que beneficie a empresas de todos los sectores de la economía, especialmente las MYPIMES en las regiones.
Esta nueva propuesta se levanta sobre 6 frentes: el primero es la apertura de nuevos mercados para productos de exportación con alto valor agregado.
En Colombia el 15 % de nuestro PIB está representado por las exportaciones mientras que en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) esa cifra es del 50%.
Adicionalmente, el 80 % de nuestras exportaciones se concentran en productos naturales no renovables, que tienen poco o escaso valor agregado. Por eso, el segundo frente está dirigido al fortalecimiento de las MYPIMES que son el 99% de las empresas del país.
Es ineludible crear una estrategia para formalizar estas iniciativas empresariales y garantizarles así, acceso a créditos bancarios y asistencia técnica.
La tercera base de nuestra propuesta, es generar empleo productivo. Vamos a crear una fuerza laboral que supere los altos índices de informalidad, y que sincronice verdaderamente lo que pide el mercado con la formación técnica y tecnológica que ofrece nuestro país; todo esto, bajo una definida estrategia hacia la innovación.
En términos de innovación, Colombia solo invierte el 0,5% del PIB, mientras que la OCDE invierte en promedio el 2%, por eso, el cuarto pilar será incrementar el gasto público para generar una política que garantice la libre competencia en el país, mejore el sistema de patentes y consolide alianzas fuertes entre el sector privado, la academia y el Estado.
Finalmente, necesitamos hablar de impuestos eficientes y equitativos. Queremos asegurar que los que más ganan, paguen lo justo, pero al mismo tiempo, que a todos nos llegue no solamente la fuerza del Estado, sino el bienestar que debe proveer. En el sector agrario es urgente mejorar la productividad agropecuaria, formalizando los títulos de los campesinos, actualizando el catastro y llevando bienes públicos a las áreas rurales. En síntesis, la política politiquera capturada por el clientelismo, dedicada a hacer favores, debe transformarse en una política que garantice derechos.
(Colprensa)