Si bien el futuro es totalmente incierto y siempre toca ir ajustando planes y proyecciones en la medida en que se conoce información nueva, se puede planificar con base en la información disponible. Con la certeza de que me puedo equivocar en varios, van mis pronósticos sobre diferentes variables para este 2024.
El dólar, que con la llegada del nuevo gobierno y la incertidumbre que generaron sus propuestas heterodoxas como la de acabar la exploración petrolera, alcanzó a cotizarse por encima de $5.000, terminó 2023 alineándose al comportamiento mundial y negociándose alrededor de $3.900. En la medida en que el gobierno Petro fue perdiendo popularidad, el riesgo país fue disminuyendo y con ello el precio de la divisa.
Con la moderación de la inflación en Estados Unidos que ya se acerca a 3% y las expectativas de una política monetaria más expansiva por parte de la FED en 2024 que favorecerá flujos financieros hacia mercados emergentes, se puede esperar que en Colombia veamos un dólar que en medio de volatilidad por las noticias locales retroceda hacia niveles inferiores a $3.700.
La inflación en Colombia que durante 2023 superó el 15%, si bien seguirá siendo un dolor de cabeza especialmente porque el Gobierno comenzará a aumentar el precio del ACPM y esto pondrá presión sobre el precio del transporte y sobre los costos de la producción de comida, será ponderada por una menor demanda y un menor crecimiento económico por lo que muy probablemente continúe su senda de desaceleración y alcance niveles del 6-7%.
En línea con la moderación de la inflación, el Banco de la República tendrá espacio para reducir su tasa de interés de referencia que cerró el 2023 en 13%. Si bien las minutas de la última reunión de su Junta Directiva mostraron bastante cautela ante los riesgos que persisten, es previsible que vendrán mayores recortes y volveremos a tasas de un dígito.
El crecimiento económico seguirá siendo mediocre, coquetearemos con la recesión y comenzaremos a ver los efectos de la estrepitosa caída de la inversión producto de la incertidumbre y falta de confianza que genera este Gobierno. Mientras que en 2021 crecimos 11%, en 2022 7.5% y 2023 cerrará alrededor de 1%, en 2024 bordearemos el 0%.
Lamentablemente esto redundará en una subida en las tasas de desempleo y de informalidad que gradualmente reflejarán la desaceleración que ya muestra contracciones en los niveles de crédito y un aumento cercano al 30% en los índices de morosidad.
A nivel local, si bien el gobierno entrante prometió crear 35 mil puestos de trabajo que pondrían a Cúcuta como la ciudad con el menor desempleo del país, difícilmente se materializará y veremos un retroceso que nos lleve a niveles del 14-15%.
La Bolsa de Valores de Colombia, fuertemente castigada desde la llegada de Petro, probablemente ya incorporó las peores expectativas, tocó fondo y debería mostrar valorizaciones significativas en las acciones durante el próximo año una vez se disipen los miedos que generan las reformas laboral y pensional.
Por otro lado, seguirá la tensión política interna en la que la grandilocuencia y las grandes transformaciones históricas que imagina el presidente seguirán chocando con la realidad, su falta de método y de capacidades de su equipo al tiempo que la inseguridad seguirá empeorando y su gobernabilidad deshaciéndose así continúe repartiendo el botín estatal buscando aprobar sus reformas y arranque grandes programas de subsidios para comprar conciencias.
Finalmente, es probable que tengamos momentos de tensión social por posibles paros de transportadores que se opondrán a las alzas en el Diesel así como la posibilidad de racionamiento de energía como consecuencia del Fenómeno del Niño y un manejo populista del sistema eléctrico. Con este difícil panorama económico, les deseo a los lectores un 2024 lleno de salud y amor.
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