Por razones electorales volví a Montería en el 2003. YPuerto escondido seguía siendo la aldea más linda del mundo con casas de pared de bahareque, pintadas con agua-cal blanca, blanquísimas y techos tramados de caña cubierta de paja y “palm´ecorozo”, todas, absolutamente todas,de zócalo rojo y un fondo verde, verde, de los valles del San Jorge y el Sinú.
Y al frente la Isla de Tortuguilla empradizada en el mismo verde, verde donde pastaba una burra de ojos claros, asunto que inquietó al jefe de la “abadía”. Años antes en 1992 había estado allí por razones académicas.
En estos días, Juan Manuel Ospina Restrepo nos recordó a los conservadores que le seguimos, dentro del Partido Dignidad y Compromiso que él preside; cómo son las reglas del enfoque neoliberal, que hoy permean la izquierda y la derecha y recordé a Puerto Escondido.
Dijo Ospina que tenemos que adaptarnos a ese individualismo feudal, el de las identidades de grupo étnicas, de género, de opción sexual, etareas y olvidarnos que hacemos parte de un grupo mayoritario que encarnaba el interés general como la Paz y la convivencia y así frenar todas las amenazas, con banderas de identidad que se nos presentaban y las que se nos presentan, como el cambio climático y los de los avances tecnológicos que nos arrollan y confunden borrando nuestra autonomía y libertad.
Entonces recordé un simpático incidente que me sucedió en Puerto Escondido en compañía del Gobernador liberal de entonces el mono Jesús Ma. de la descendencia de Tío ‘mundo y Juancho López. Era un pueblito del Departamento de Córdoba a comienzos del milenio cuando llegaba la transformación de 1991 con las Regalías de nuevo cuño, con corrupción y todo lo que sabemos.
Era una aldea de Liberales sectarios a morir y como siempre divididos y desconfiados con el registrador municipal.
Por ello exigieron la presencia del Delegado Departamental Conservador. No había sino un solo fotógrafo en el pueblo que imponía una tarifa diferencial para los retratos, que aplicaba según el color de la camisa que pidiera el cliente y que les alquilaba de manera atenta y comedida. La camisa roja por solo diez pesos y la azul por cincuenta.
Así pude entender al fin la ley de la oferta y la demanda y la frase del Doctor Álvaro Gómez Hurtado; que en Colombia había más Conservatismo que partido Conservador.
Adenda: Nunca he sido sectario, pero las camisas rojas, de diario, de los cachiporros de Puerto escondido, eran deshilachadas y descoloridas.