El pasado 26 de abril el señor presidente de la República declaró oficialmente “rota” la coalición política que lo acompañaba en el Congreso de la Republica y que en su momento favoreció la aprobación de otras leyes, como la reforma tributaria. Muchos colombianos quedaron atónitos porque los hechos no se dieron como tradicionalmente habían sido: que la coalición le retirara el apoyo al gobierno nacional. Esto también nos hace recordar el hecho que siempre la clase obrera organiza los paros, pero en Colombia, el próximo miércoles 10 de mayo, hace 66 años, fue un paro empresarial el que “tumbó” al presidente Gustavo Rojas Pinilla.
El señor presidente de la República le dio cristiana sepultura a la coalición por un revés en lo que periodística e impropiamente se denomina “Reforma a la salud”, siendo que no hay tal, porque en el oficio mediante el cual la entonces ministra de Salud, Carolina Corcho Mejía, entrega a la Secretaría General de la Cámara de Representantes el respectivo proyecto de ley, dice textualmente: “Por medio de la cual se transforma el Sistema de Salud y se dictan otras disposiciones”, y en el título del proyecto de ley utilizan otro verbo: “Proyecto de ley que reestructura el sistema de seguridad social…”. Transformar, según la RAE, significa “Mudar o convertir algo en otra cosa”, y en el proyecto está muy claro cuál es esa otra cosa. Y “reestructurar” va por el mismo camino. Lo cierto es que se regresa a un sistema netamente oficial con el aditamento de politizado.
Ahora bien, si el presidente de la República y el nuevo Ministro de Salud aceptan e incorporan al proyecto de ley las proposiciones de los partidos políticos, ahí sí estaríamos hablando de “Reforma”, porque, como se ha dicho, es construir sobre lo construido. Sería para “enriquecer el proyecto”, decían en una época los concejales de Cúcuta. Además, digo que si el Ejecutivo “acepta e incorpora las proposiciones” porque la ministra Corcho aceptaba y no incorporaba, y eso fue lo que rebasó la copa de algunos partidos políticos integrantes de la coalición reventada.
Ahora el señor presidente de la República anuncia que se inclina por negociar con cada uno de los congresistas, ignorando a los jefes de los partidos políticos. El expresidente Gaviria dice que eso es “ilegal” e incurrirían en “cohecho” los congresistas que doblen la cerviz con expectativas burocráticas. ¿Acaso no fue la supuesta entrega de dádivas lo que dio lugar a la célebre Yidispolítica, con condenas penales a bordo, que tanto criticó la oposición acérrima a la administración de entonces, entre ellos quienes hoy están en la jefatura del Estado?
A propósito, el expresidente Andrés Pastrana Arango dice que siempre ha disentido de sus colegas periodistas en el sentido que no hay que confundir “Representación política” con “Mermelada”, porque cuando él llegó a la presidencia de la República invitó al Partido Liberal a que conformaran una coalición política entregándole la mitad del gobierno. Eso es representación política para buscar gobernabilidad porque de otra manera el país sería ingobernable. “Mermelada” es corromper a los congresistas uno a uno con dádivas o puestos, como hizo el expresidente Juan Manuel Santos Calderón cuando perdió el llamado “Plebiscito por los acuerdos de paz” y ahora pretende hacerlo el actual presidente de la República. Grave la cosa.
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