Desde este olvidado corregimiento de Cúcuta, se hace un llamado para que las autoridades locales y regionales se fijen en su condición actual de abandono institucional. Pareciera que sobre el corregimiento se hubiese lanzado un conjuro, sus calles quedaron atrapadas en el tiempo, esperando que llegue quién las desencante. Después de 20 años de no ver una autoridad local, recibieron una fugaz visita del anterior Alcalde, quien a escasos 4 meses de su partida, se comprometió con algunas cosas sencillas.
Lo único cierto es que su gente no pierde la esperanza y sobretodo no calla su voz reclamando la mirada institucional que les devuelva a través de inversión pública, algo de su pujanza comercial, producto del intercambio de bienes que los hizo un punto estratégico para el comercio binacional, del cual hoy solo queda, el recuerdo.
Considero que prospectivamente Ricaurte puede ser la zona geoestratégica más importante para el desarrollo de una verdadera agroindustria, pues su tierra no sólo goza de una envidiable ubicación, sino que tiene el privilegio de la fertilidad que se requiere para este propósito. Hoy un incipiente cultivo de cítricos, da cuenta de la posibilidad a la que hacemos referencia, pero desafortunadamente como decían las abuelas, parece que “todo lo del pobre es robado”.
Los cultivadores de la zona, en especial de la vereda del descanso parte baja, se quejan porque cuando recogen sus cosechas y las transportan al casco urbano para comercializarlas, se encuentran con la insalvable situación de que la policía los detiene porque antes que presumir la buena fe, presume que lo que traen es contrabando. Esta situación se solucionaría con una certificación de origen de los productos, que les permita desarrollar libremente la comercialización de los mismos. Se requiere voluntad política y trabajo interinstitucional para permitir que nuestros campesinos logren disfrutar las ganancias del duro trabajo de sus manos.
No hemos podido romper con el círculo vicioso de pobreza en zonas privilegiadas, el Catatumbo lo vive a diario y Ricaurte a pequeña escala también, un lugar privilegiado en ubicación y en tierra, con gente buena, no logra salir adelante por el atraso al que han sido condenados por el abandono estatal.
Necesitamos inversión social, pero no sólo en infraestructura de servicios. Necesitamos invertir en agroindustria para desarrollar la zona rural de Cúcuta, estoy convencido más que nuca que el campo es la salida a tanto desempleo e informalidad en la región, sólo tenemos que sentarnos con nuestra gente a sumar inteligencias y sacar adelante nuestra región.
La zona rural de Cúcuta es un diamante en bruto que no hemos querido aprovechar, allí está la solución a tantos problemas de desempleo e inseguridad. Por eso hoy levanto mi voz y pido una mirada para el sector rural con inversión de calidad en todos los corregimientos de Cúcuta. Levanto la bandera y grito fuerte: “Ricaurte también es Cúcuta”.