En todas partes se cuecen habas, como dijo Sancho en el Quijote, pues no hay camino tan llano, que no tenga tropezón o algún barranco. Este domingo que pasó fue Marisabel Rueda, quien tituló en inglés su columna en el diario El Tiempo.
Confrontando las dos caras del espíritu navideño, un invento de Charles Dickens con su famoso cuento de navidad en 1843 que revivimos las comunidades latinoamericanas; una, la de los sentimientos familiares que tanto unen y que son nuestra fortaleza y dos la cara de los militantes del insensible utilitarismo neoliberal, que solo buscan resultados de crecimiento económico.
Ella se refirió a la película que estrenó en 2009 Walt Disney del director Robert Zemeckis, un enamorado de personajes ficticios malucos, en este caso el codicioso y tacaño Ebenezer Scrooge, que odiaba la navidad.
Contradicciones encerradas en la frase 'Feliz Navidad', con esas caras diferentes, en una reunión familiar por una parte con cena opípara, mucho licor para brindar y danzar, con obsequios a granel así sea de cachivaches, se desean viajes largos o cortos de vacaciones, 20 días con un toque de espiritualidad desde el día de la purísima, seguida de la novena del aguinaldo y la nochebuena hasta el día de reyes.
Y por otra, todos metidos en una sociedad de consumo insensible que prosigue su ruta cruel de resultados y utilidades que le impuso la nueva escuela económica del capitalismo salvaje, borrando la dignidad del ser humano, la ética y el humanismo, los valores cristianos de la cultura occidental y dándole la prioridad a los resultados financieros inmediatos.
Ebenezer Scrooge un agiotista amargado que odia la navidad, le niega a su sobrino el permiso para celebrar la cena, pero esa noche lo visita el fantasma de su antiguo socio Jacobo Marley que murió siete años antes e igual de tacaño condenado arrastra cadenas.
Le cuenta sus penas. Perdió el amor, la familia y al final de la visita de los tres fantasmas: pasado, presente y futuro, pide una segunda oportunidad, expía sus defectos y sus pecados y dona sus riquezas a los pobres. Así logra abrazar el espíritu de la navidad. Buena analogía de Marisabel Rueda.
Adenda: Bernardo Klisberg, dice que “el capitalismo salvaje pretende eliminar totalmente el Estado, en su papel de interventor y regulador de la economía, para adueñarse del mercado. Práctica Ortodoxa que solo genera pobreza en el mundo y enriquece los grandes grupos económicos”.
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