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¿Se firma la paz?
Esta negociación no trae la paz. Trae, eso sí, que las Farc ya no serán un grupo terrorista y ahora serán una fuerza política. 
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Sábado, 25 de Junio de 2016

Gran revuelo ha causado el anuncio, conjunto de las Farc y el Gobierno, en el sentido de que han alcanzado un acuerdo para el cese de fuego y hostilidades. Estoy seguro de que es el acontecimiento más importante en la historia de Colombia en los últimos 50 años. 

Porque ya son 50 años los que llevamos, entre ires y venires con las Farc. Negociaciones como las de Belisario Betancur, claudicaciones como las de Andrés Pastrana, lucha frontal como la de Álvaro Uribe. Y esto de Juan Manuel Santos, que es bueno, pero no tanto como el Gobierno dice. 

Esta negociación no trae la paz. Trae, eso sí, que las Farc ya no serán un grupo terrorista y ahora serán una fuerza política. Vamos a ver si eso es cierto, porque cincuenta años de fusil, no se olvidan fácil. 

Será, y debe ser, una fuerza política que compita en igualdad de condiciones con los demás partidos y movimientos políticos, que gane los cupos en la democracia por la vía de la legalidad. Vamos a ver. 

Pero lo que no es, con toda seguridad, es la mentira, que es mitad piadosa y mitad de engaño, de que con la firma en La Habana, llega la paz. No. La paz no llega por esa vía. 

Menos del 3 % de las muertes violentas en Colombia se le atribuyen a esa guerrilla. El resto, así como el grueso de las extorsiones, lavado de activos, minería ilegal y el gran etcétera que coincide con el código penal, lo cometen las famosas bandas criminales, que no son otras cosas que un grupo de personas que se han declarado al margen de la ley. 

Pero lo grave, lo verdaderamente grave, es que bandas criminales ha habido y habrá en Colombia por los próximos 500 años. El problema mayor, quien lo creyera, ya no son las Farc. Son ese grupo de personas, sin nombre, que se levantan y ven en la delincuencia su forma de vida. 

Ayer eran los Úsuga, hoy son los del Golfo o los Rastrojos, los Minchos, los estos y los aquellos. Y prosperan porque en Colombia creímos que es mejor negociar la aplicación de la ley, que aplicarla efectivamente. 

El mensaje siempre es el mismo: ¿No pagó sus impuestos? Tranquilo, ya le negociamos una amnistía tributaria. ¿No pagó las multas de tránsito? No se afane, ya le damos las gabelas. ¿Montó grupos al margen de la ley? No hay lío, ya le hacemos una ley a la medida. ¿Mató, secuestró, e hizo un daño inimaginable? No se angustie, ya le hacemos unas leyes bien bonitas para usted. 

¿Si ven? El problema no son las Farc. Es que no nos gusta aplicar la ley. No podemos. No somos capaces de llevar la ley, su aplicación, el Estado de Derecho a todo el territorio. 

Espero equivocarme, pero la paz no llega con la firmas de La Habana. Llegará, a lo sumo, el desmonte del mote de terroristas que se le da a las Farc, para que por el paso en la pila bautismal sea un grupo político. La paz llegará cuando no haya factores que aviven la violencia, cuando las sanciones sean serias, sean severas a quienes incumplen las normas. 

La paz llegará cuando decidamos no negociar. 

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