El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro encarna, como ninguno otro, las peores características que puede tener un jefe de Estado. Basta dar una mirada a la “Ley del Plan de la Patria (2013-2019)”, un plan de gobierno en el que plantea 5 grandes objetivos “históricos”.
Defender, expandir y consolidar la independencia nacional, el primero de sus propósitos, no tiene –desde mi punto de vista- ningún asidero, pues nuestro hermano país nunca ha estado en riesgo de perder su independencia.
En su segundo objetivo planea asegurar más seguridad social, más estabilidad política y más felicidad. Todo ello en el papel porque nunca antes Venezuela había padecido tal desigualdad y por tanto, tal polarización. Hoy la mayoría del pueblo venezolano se pregunta ¿dónde está la seguridad social, la estabilidad política y su felicidad, si no les alcanza ni para un rollo de papel higiénico?
El mandatario atribuye la crisis económica y social de los países desarrollados a “los desequilibrios y contradicciones intrínsecas al sistema capitalista”, como si el problema, fuera ser capitalista y desde su propia casa nos evidencia que el problema no es el sistema, sino los desequilibrios y contradicciones de él como dirigente.
Como si fuera poco, en su tercera meta plantea “convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político”, cuando la realidad muestra que ha convertido a su país en potencial de violencia, con una desinstitucionalización insuperable y con cifras económicas insostenibles como la reportada por el FMI que en abril de 2016 pronosticó una inflación del 700% para lo que queda de 2016 y de 2200% para el próximo año.
En el cuarto punto el “gobierno bolivariano y socialista”, propone avanzar en la imprescindible tarea de garantizar “la paz del mundo, la paz en Venezuela”.
Cómo puede concebir el mandatario, paz en Venezuela cuando persigue y oprime a la oposición, coarta la libertad de expresión, usurpa la propiedad privada, limita a sus ciudadanos en el uso de su propio dinero y, peor aún, los priva del abastecimiento mínimo de los productos básicos de la canasta familiar.
En el último punto sostiene “la defensa de un nuevo modelo de desarrollo social, ecológico y socialista, como la única alternativa planetaria para garantizar la vida”. Olvida el presidente Maduro que no puede existir desarrollo integral si descuida a su pueblo. Hoy los venezolanos no tienen acceso a medicamentos y su derecho fundamental a la salud es sistemáticamente violado debido al cierre de frontera y las deudas con los proveedores.
Si no es ahora, ¿cuándo será el momento para que la comunidad internacional reaccione a favor del pueblo venezolano?