1. Donald Trump. Cuando este multimillonario presentó su candidatura presidencial en una rueda de prensa, atacando a los inmigrantes del subcontinente, entre otros, tuvo mucha acogida en determinados sectores de su país. Aunque no es un intelectual ni nada parecido, su roce social y tantos programas de televisión en los que participó le dieron una desenvoltura que aplicó en su campaña presidencial, la cual, en la primera etapa, cuando se trataba de buscar la nominación de su Partido Republicano, le dio resultado porque dejó a todos sus émulos tendidos en la lona. Una vez obtenida su nominación su estrella pareció opacarse, hasta el punto que alcanzó a entregar algunas declaraciones donde presagiaba su derrota electoral, y Hilary Clinton aparecía como segura ganadora de la Presidencia de los Estados Unidos.
No fue así. Ganó Donald Trump, el mundo se estremeció con esta victoria y aún tiembla con el presagio de amistades non sanctas del nuevo mandatario “usano”, como llamaba el filósofo Julio Enrique Blanco a los oriundos de USA. Supuestamente Trump no se conoce con el presidente ruso Vladimir Putin, pero se sabe que hay empatía entre ellos; y el nombramiento de Rex Tillerson, presidente de ExxonMobil, como nuevo secretario de Estado, va confirmando ciertas sospechas.
Algo nunca visto en las elecciones americanas era que un organismo de inteligencia se alineara en favor de un candidato: el FBI le hizo la vida imposible a Hillary Clinton hasta el final con lo de los correos que como Secretaria de Estado envió desde un servidor privado. Además, otra cosa inaudita: la CIA ahora confirma que desde Rusia se intervinieron los ordenadores de la campaña Clinton y, si se reconfirma que el presidente ruso Vladimir Putin “puso” Presidente en Estados Unidos, apague y vámonos.
2. Institucionalidad. En su afán por imponer lo más rápido posible los Acuerdos de La Habana el señor presidente Juan Manuel Santos arrasó con el ordenamiento jurídico colombiano, al mejor estilo del Socialismo del Siglo XXI, donde se atiende lo que me beneficia. El Estado de derecho, la sujeción de las autoridades a las normas jurídicas, son cosas del pasado que no se sabe si volverán. De todas maneras una de las tareas del próximo Presidente de la República es el restablecimiento de la institucionalidad y el respeto por el orden jurídico.
Pruebas al canto: en la Universidad de Los Andes el Presidente dijo que “’el podía hacer lo que le diera la gana” y, además, cuando la Corte Constitucional dio vía libre al denominado “fast track” dio a conocer su decisión mediante un Comunicado, e inmediatamente el Gobierno presentó al Congreso el proyecto de ley de amnistía, siendo que el Reglamento interno de la Corte consigna que la Relatoría “…, tendrá a su cargo, la información sobre la jurisprudencia que se publica en el medio de difusión oficial de la Corte Constitucional”. Y ese “medio de difusión oficial” no son los Comunicados. Una vez publicada oficialmente la jurisprudencia es que se puede proceder. ¿Cómo explicarle esto al primíparo de Derecho?
