Mañana es Navidad, momento de alegría en espiritualidad, amor y unión familiar. Jesús en el pesebre nos recuerda su humildad, su valor en medio de una sociedad de consumo y nos invita a la búsqueda real de los significados profundos de esta fecha que más que regalos, ropa, licor, comida, y apariencias, es la vuelta al cauce de la condición original.
Sin embargo, lo que está sucediendo en el mundo y con mayor fuerza es la contraposición de ideas marcadas por sesgos ideológicos que atacan las instituciones que durante el transcurso de la historia crearon civilización y modelos naturales de convivencia y procreación. Por otro lado, nos están adoctrinando fuertemente en hacer parecer que lo correcto ya no lo es, y que la libertad está en desdibujar la idea original de la creación del cosmos.
La naturaleza es infinita y llena de sabiduría, nada está al azar, todo se mueve de acuerdo a un orden cósmico programado por millones de años de evolución constante, pero nada de esto es cambiado por la inmediatez de las redes sociales, y menos, por adoctrinamientos planeados para poder de una u otra forma tomar el control.
Defender la familia como institución primaria de la sociedad debe ser modelo fundamental en esta conmemoración de Navidad; defender el valor de la persona humana, la alteridad y el respeto por el otro, (aunque piense diferente) para reconocernos como seres de la misma especie. Este debe ser un mandamiento de la comunidad humana. Y defender la vida como elemento primario de formación lógica de los procesos fundamentales es la verdadera misión de los que nos reunimos hoy en familia.
Por otro lado, las sociedades actuales, cada vez más informadas o desinformadas de acuerdo al caso, deben proponer luchas objetivas de transformación cultural. No podemos quedarnos inertes ante los cambios que se nos obliga a tomar como propios.
Los valores de la justicia con responsabilidad deben ser centro político de la sociedad. La dignidad humana, la paz como método de respeto a la ley y no como herramienta utilitarista para seguir haciendo lo mismo: distracciones sociales para lucrarse de lo que queda del Estado.
Debemos respetar la diferencia, está claro el concepto, pero no podemos volver general lo singular. Lo plural es amplio y lo particular es privado, la propiedad privada debe ser la base del desarrollo, la libertad como símbolo del goce pleno de los derechos adquiridos y no la ideología “trasnochada” que opaca los valores y la moral.
Nuestros líderes deben ser faros a seguir en su diario existir y ejemplo, ya no puede caer más bajo el debate de las ideas, todo debe volver a su cauce; muchos países en diferentes continentes ya lo están entendiendo, los líderes saben que las sociedades enardecen y piensan como masa crítica, y no pueden ser subyugadas al estado infantil de la dependencia del Estado.
Debemos trabajar, crear capital, generar riqueza, tener seguridad, imponer el orden y la ley, rescatar los valores, enseñar con objetividad a nuestros hijos qué es la obediencia y cuál es su derecho para que, en su juventud y madurez, lo haga con sus semejantes. Ya la hechicería y los mitos fueron derrumbados por la ciencia, así como los experimentos de igualdad general que solo benefician a los que gobiernan y hacen olvidar el verdadero valor de las ideas. En esta navidad del año que termina debemos volver al cauce de la reflexión y actuar con principios y coherencia.
Luis Fernando Niño López
PHD en Historia y Arte