Septiembre me recuerda la primera sanción laboral y mi vientiúnica visita a la Casa Blanca donde conocí a un cultivador de maní que despachaba como presidente de Estados Unidos: Jimmy Carter.
Vamos por partes como decía el inameno Jack, el Destripador de Londres. El 11 de octubre de 1968 el general Omar Torrijos se levantó aliviado y se acostó presidente: había derrocado al presidente Arias.
Yo trabajaba como patinador en el noticiero Todelar bajo las órdenes de Arada de San Martín Garzón, un señor periodista tolimense que se había enamorado quijotescamente de Ligia, la bella secretaria del noticiero.
Mi jefe Arada, bohemio empedernido, andaba derrumbado porque su novia lo había echado. Concluido el noticiero matinal dio la orden: “Trapo, vámonos a conseguir La canción del caminante de Silvio Villegas. Es lo único que me alivia”. (Apúntenlo en un papelito: contra tusas de amor, la obra del caldense Silviuuu, como le decían).
Dejamos tirado el noticiero, toda una traición al oficio de reporteros, esos anónimos que escribimos el primer borrador de la historia. Caracol, la gran competencia, había dado el extra del golpe.
El Loco Alberto Giraldo, director de Todelar, salido de su exclusivo traje londinense, dio la orden: Arada, quince días de suspensión; Domínguez ocho. El tolimense asumió la responsabilidad y consiguió que me rebajaran la sanción. Recibí, algo mermados, los 450 pesos, sí, 450 pesos, que me pagaban por quincena. A Arada le fue mejor que a Don Quijote y terminó fugazmente casado con su Dulcinea rola en el cerro de Guadalupe, vecino del de Monserrate, “para poner a Bogotá a sus pies”, según decía.
Adelantemos el reloj de pared de la historia y situémonos en el 7 de septiembre de 1977. En la Casa Blanca se firmaba el tratado Torrijos-Carter que le devolvió el Canal a Panamá. Pues bien, este antiguo patinador convertido en reportero, estaba en Washington cubriendo el noticionón. Jorge Enrique Pulido, director, y Marta Montoya, completábamos el combo de Todelar. Pulido, asesinado por la mafia del narcotráfico, ganaría el premio de periodismo EFE por una entrevista que le hizo ese día al presidente Carter.
También estaba en la firma del tratado el Loco Giraldo, a la sazón director del Noticiero Súper. Con el tiempo y un palito Giraldo se juntaría con los Rodríguez del cartel de Cali. Por juntarse con malas compañía le tocó hacer una larga pasantía en la cárcel de La Picota, al sur de Bogotá.
Ganas me dieron ese 7 de septiembre de acercármele al general Torrijos, a quien acompañaban el presidente López Michelsen y García Márquez, para reclamarle por la sanción, y darle las gracias por haberme permitido conocer a un presidente gringo en mi primer viaje al exterior. Los gorilas de la seguridad lo impidieron. Termino estas líneas y me largo a buscar el libro de Silviuuu para recordar de qué se trata.
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