La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Tres ecos de transición energética
Dicen los que saben, que la matriz energética colombiana, de transición, es la quinta más limpia del planeta.
Authored by
Miércoles, 31 de Agosto de 2022

El mundo avanza hacia nuevos horizontes energéticos. La transición hacia fuentes menos dañinas que la leña, el carbón, el petróleo o el gas sigue, sin que ello quiera decir que sea corta, fácil o barata. Los organismos multilaterales estiman que un 8% de los hogares todavía usa leña para cocinar alimentos, hervir agua para aseo y consumo humano y ahuyentar alimañas. Esa transición de la madera a los fósiles va bien pero no ha terminado del todo. Aún hay familias que absorben humo durante años, con efectos más graves en la edad adulta que los de la adicción al tabaco. Todavía hay bosques que se arrasan para conseguir este combustible, como en los tiempos del vapor David Arango que con su flota taló las riberas del Magdalena acompañado de orquesta y merecumbé.

La energía nuclear regresa y las energías renovables evolucionan notoriamente en calidad, costos y cobertura. A la eólica, solar, de biomasa, hidrogénica, geotérmica y oceánica, olvidamos siempre agregar la hidráulica, la que tenemos mayoritariamente en Colombia y que hemos dejado contaminar por el debate de los fósiles y su contribución al deterioro del medio ambiente. No hay energía más barata ni más limpia por ese precio que la del agua, amén de sus beneficios en reforestación, recuperación de cuencas y generación de infraestructura y servicios rentables como el turismo y la pesca.

Dicen los que saben, que la matriz energética colombiana, de transición, es la quinta más limpia del planeta: 68% de la capacidad instalada es hídrica, 30% es térmica de gas, carbón y combustibles líquidos y alrededor del 2% es solar, eólica y de la biomasa. Tenemos espacio para expandir estas fuentes y otras más. No somos nosotros los que contaminamos el aire global. Por el contrario nuestra mezcla de energía mayoritariamente limpia con medio país en selva virgen, nos da la autoridad para exigir de los contaminantes globales planes prácticos de mitigación, reducción de emisiones y compensaciones generosas y permanentes por capturarles su carbono. Aquí aplicamos además impuestos específicos para financiar parcialmente la profundización de la transición. Tenemos la autoridad, la necesidad, de seguir explorando y sacando nuestro petróleo, gas y carbón durante varias generaciones más. La transición del mundo desarrollado va bien pero le tomará por lo menos dos generaciones, 50 años, convertir su matriz energética en mayoritariamente limpia. Lo ha demostrado el gas ruso que va a Europa: por los efectos de la invasión a Ucrania necesitan urgentemente nuestro petróleo, nuestro gas, nuestro odiado carbón para sobrevivir a decenas de inviernos y veranos más, mientras hacen los cambios para ser limpios. Otros les venderán los fósiles que necesitan. Colombia exportándolos por 50 años más, completaría la transición y crecería sin deuda.

Japón regresa a la energía nuclear después de más de una década del desastre de Fukushima. Creyó el mundo que no lo haría. Pero puede más el pragmatismo de la energía barata para la gente y del desarrollo incipiente de capacidades nucleares para enfrentar las tensiones geopolíticas del Pacífico, que la inestabilidad por una energía cara y escasa.

En Alemania, el pasado miércoles se inauguró en silencio el primer tren con motores de hidrógeno que echan a la atmósfera solo agua y vapor. No hay emisiones ni ruido. Es más veloz que el conducido por las 17 locomotoras diesel que reemplazó. Pero remplazarlas todas tomará décadas.

También en Alemania este año ha crecido 25% la instalación de páneles solares en fincas, casas, oficinas y fábricas. No ha crecido más por las dificultades logísticas y la escasez de materias primas. Ello no ha impedido que, con notorio malestar, el gobierno socialdemócrata autorice la reapertura de numerosas minas de carbón, las mismas de los siglos XIX y XX, para remplazar el incierto gas ruso. 

Ideología es una cosa. Pragmatismo y urgencia de estabilidad social, otra.

Temas del Día