Rusia para intentar vetar un posible ingreso de Ucrania a la OTAN, manufactura una causa de guerra bajo la bandera de “desnazificación” a una democracia cuyo presidente es judío. La defensa a ultranza de la invasión rusa por Nicolás Maduro nos debería generar desconfianza. Más allá de los estrechos nexos de Rusia con Venezuela, la justificación de la invasión atenta contra la seguridad de Colombia. Hoy nuestra apuesta diplomática frente EE. UU. es la de elevar la relación a la de Aliado Mayor por fuera de la OTAN, lograrlo va a crear tensión con los vecinos. Colombia debe apoyar a Ucrania no solo por razones democráticas sino para que no se creen malos precedentes.
Como ocurre con el fallo de la Haya sobre San Andrés, cuya jurisprudencia afecta a terceros en el mar de la China Meridional, las justificaciones de invadir Ucrania son a tres bandas. Maduro argumenta que Rusia no puede permitir quedar rodeada por la OTAN, EE. UU., ni sus aliados. Se indigna del supuesto incumplimiento de acuerdos de Minsk al “permitir un crecimiento de las fuerzas militares de la OTAN hacia el este de Europa.” Esto, no las consideraciones de derechos humanos, es lo que frustra a Venezuela. La posibilidad que fuerzas aliadas en democracia cerquen su territorio.
Con la esperanza de lograrlo antes de agosto, si se da el aumento de estatus entre Colombia-EE. UU., solo Israel tendría una designación más alta por fuera de la OTAN. Aunque ésta por sí sola no otorga el requisito de defensa mutua, si permite ventajas militares y financieras no accesibles hoy: acceso a equipamiento militar de más alta gamma; financiación americana para seguridad y defensa; préstamos de equipos; entrenamiento recíproco; desarrollo conjunto; entre otros. Algo como lo que hoy recibe Venezuela de Rusia. Probablemente la posibilidad que Colombia haga la reparación y el mantenimiento de equipos para las fuerzas armadas de EE. UU.
Aparte de este esfuerzo, en otro frente, Colombia viene también avanzando con la OTAN. En 2017, Colombia se convirtió en su socio más nuevo y el primero de América Latina, más todavía no miembro. En diciembre del 2021, Colombia ofreció su experticia en desminado para ampliar su tratado de cooperación a once áreas. Por lado y lado, Colombia debe seguir estrechando la alianza militar con sus aliados.
La colaboración militar Venezuela-Rusia va desde aviones Sukoi hasta el sistema anti-misiles S-300, involucrando decenas de miles de dólares en compras militares venezolanas. El próximo año Rusia inaugurará una fábrica de fusiles en Venezuela, el respaldo de Putin a Maduro solo viene en aumento. Econanalítica estima que Rusia es el segundo acreedor, con deudas de más de US$7,500 millones. La influencia de inteligencia rusa al interior del gobierno venezolano es mayor.
Putin quiere reconstruir la Unión Soviética, solo basta recordar lo sucedido con Chechenia, Bielorrusia, Kazajistán y Georgia. La debilidad de Venezuela, los puede llevar a decisiones irracionales como tratar de recrear la Gran Colombia con capital en Caracas. Es probable que Rusia-Venezuela firmen un acuerdo de defensa mutua y amaguen con recrear una crisis de misiles como la de Cuba. No se puede permitir usar la excusa de Rusia para que Venezuela justifique agresiones a Colombia.