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Un regalo de Navidad: educación con calidad
Los verdaderos maestros logran que sus estudiantes adopten una forma de aprender por sí mismos, guiados por su profesor o sus compañeros más avanzados.  
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Viernes, 3 de Enero de 2020

Acaba de pasar Navidad con toda su alegría. Los arbolitos de Navidad iluminados en casi todas las casas de nuestra Cúcuta y los pesebres recordaron algunas de las razones de ser de estas festividades.  El Malecón convertido en un mar de luces multicolores que desde el gigantesco árbol se derramaban sobre una aldea de cuento de hadas en la que se confundían animales reales y fantásticos con personajes de nuestra vida cotidiana en armazones cargados de pequeños bombillos que, cual joyas, adornaban a todos los habitantes de ese pueblo de ensueño. 

Y qué decir de las hayacas, los buñuelos y la natilla que junto con un buen chocolate hecho con lo mejor de nuestro cacao congregaron a toda la familia alrededor de la mesa hasta las doce de la noche, cuando el Niño Jesús trajo los regalos que los niños habían pedido, y aun lo que no pidieron, pero que era lo que el buen Niño Dios en su pobreza pudo conseguir para ellos.  

Para muchos, lo que importaba eran los regalos que un Santa Claus, ajeno al nacimiento del Niño, traía desde el Polo Norte en un trineo descapotado y tirado por renos y que dejaba caer los regalos a través de nuestras chimeneas. Cuánta imaginación debieron desplegar nuestros niños para preguntarse en una tierra calurosa y sin chimeneas, ¿cómo haría el gordiflón colorado para traerles sus juguetes? Pero, en fin, lo importante es que por la mañana del 25, alguna cosa encontrarían al lado de su cama, y saldrían corriendo a mostrarles a sus amigos.  

En una ciudad con tanta desigualdad como la nuestra, algunos se pavonearían en bicicletas o carros de batería, mientras que otros sacarían a lucir tambores de hojalata o muñecas de trapo o carritos de latón y de tirar con pita.

Y, entonces, uno se pregunta cómo será posible acabar con la pobreza que alimenta esta tremenda desigualdad.  Las cifras están ahí para el que quiera adentrarse en su estudio.  Pero uno no necesita consultar el índice de Gini para observar lo que es la patente desigualdad que nos rodea.  

Un estudio hecho por la Universidad Simón Bolívar, tanto en Cúcuta como en la Costa Caribe colombiana, mostró con cifras que lo que separa la pobreza de la vida digna es la educación, educación que tiene que ser de calidad, si se espera que los niños que comienzan la primaria puedan llegar a convertirse en profesionales. Hoy esa cifra es de ¡1 niño de cada mil!  Y es aquí donde nuestros gobernantes pueden darle a más niños de Norte de Santander el mejor regalo de ésta y de las próximas navidades: Educación de calidad.

Un concienzudo estudio que comenzó en la Universidad Francisco de Paula Santander y que desde hace unos años se continúa en la Universidad Simón Bolívar por un equipo liderado por el profesor Jovany Gómez Vahos demuestra que es el maestro de primaria y de la Educación Básica y Media, el responsable de la calidad de la educación que se imparte en nuestro sistema de educación pública.  

Y es aquí en donde pensamos que la administración de nuestro alcalde, Jairo Yáñez, debería concentrar sus esfuerzos.  Hay maestros que lo son, simplemente porque es un empleo, así no tengan vocación real para serlo.  Hay otros que tienen vocación pero que no quieren salir de su zona de confort y prepararse mejor. Y hay otros que son maestros por vocación, maestros que se dedicarían a enseñar a los niños y a los jóvenes, aún si no les pagaran, porque sienten que es su misma razón de haber venido al mundo. 

Esos maestros se preparan continuamente, no le tienen miedo a los exámenes y practican lo que aprenden directamente a través de la investigación en el aula o lo que reciben de otros que también han logrado éxitos.  Esos maestros hacen que sus estudiantes amen sus estudios y por eso sean capaces de aprehenderlos y apersonarse de ellos.  Los primeros sólo logran que los estudiantes aprendan con “fecha de vencimiento”: es decir el examen final y después olviden lo aprendido. 

Los verdaderos maestros logran que sus estudiantes adopten una forma de aprender por sí mismos, guiados por su profesor o sus compañeros más avanzados.  Estos últimos son los verdaderos maestros.  Los que dejan una huella profunda en la vida de sus estudiantes.  Son aquellos, que como a Jesús, se les puede decir MAESTRO, con mayúsculas.  Es con ellos como podemos lograr una educación de calidad. Identifiquémoslos y trabajemos con ellos desde las universidades y la Alcaldía para darle a Cúcuta el mejor regalo de Navidad: Educación con calidad.

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