Recién concluidas las deliberaciones y sancionada la nueva Carta de 1991 varios exconstituyentes se dieron a la tarea de escribir sus memorias o remembranzas de su paso por el histórico evento celebrado en el Centro de Convenciones “Gonzalo Jiménez de Quesada”, de Bogotá. Entre otros, Alberto Zalamea Costa, y su “Diario de un constituyente”; Alfonso Palacio Rudas, el Cofrade, autor de “El Congreso en la constituyente de 1991”; Humberto de la Calle Lombana, publicó “Contra todas las apuestas: historia íntima de la Constituyente de 1991”; la Asociación colombiana de derecho constitucional y ciencia política, con “Interpretación y génesis de la Constitución de Colombia”, y ahora Antonio Navarro Wolff, con “Una Asamblea que transformó el país. La historia detrás de la Constitución de 1991”. Los relaciono porque sé que a muchos estudiosos les interesa.
Antonio Navarro Wolff es una personalidad seria, político de izquierda, pero no de aquellos que viven incendiando y polarizando el país, dividiendo la sociedad y las familias para buscar réditos políticos. Del mismo talante prudente fue el profesor Carlos Gaviria Díaz, de izquierda, con todo lo que eso implica, dedicado a la formación de juventudes y en esa actividad terminó sus días en la facultad de Filosofía de la Universidad Libre, de Bogotá, pero no infundía temor en sus intervenciones públicas, y sabíamos quién era.
Este libro del ingeniero Antonio Navarro Wolff, con prólogo de Patricia Lara Salive, es, esencialmente, un periplo por los antecedentes, desarrollo y perspectivas de la Asamblea Constituyente de 1991 y el producto de sus esfuerzos denodados. Conforme a su talante, el autor se muestra siempre con predisposición a la búsqueda del sosiego público y por ello dedica los primeros dos capítulos a su participación en la consecución de la paz en los varios intentos que hizo su agrupación por conseguirla -antes de la Constituyente-, por ello, los dos primeros capítulos están dedicados a relatar ese esfuerzo.
Tan desapasionado, desideologizado y desprovisto de protagonismo es el relato que nos trae Navarro Wolff que, en los dos primeros casos, no tiene ningún inconveniente en reconocer que cuando una magistrada intentó desconocer el indulto estatal al M-19, firmado en 1989, fue el entonces senador Álvaro Uribe Vélez quien redactó, impulsó, fue ponente e hizo aprobar aceleradamente una nueva ley de “reindulto” para que los ex-M19 no fueran a la cárcel. En el tercer caso, lo del protagonismo, es visible a lo largo del texto que el autor relata con sencillez lo que hizo, vio y no se atribuye hechos en los que no tuvo participación dentro de la organización, por muy mediáticos que hubiesen sido.
El último capítulo lo dedica Navarro a los “Momentos controversiales” de la Asamblea e identifica tres: 1. La no extradición. 2. Que la Asamblea Constituyente se declarara omnipotente y omnímoda, luego de que el Consejo de Estado cuestionara su autonomía. 3. La revocatoria del Congreso, que él identifica como la más delicada, y lo enfatizo porque cualquiera pensaría que lo sería la no extradición, institución que conlleva conminación, devastación y deceso.