Mucho se habla por estos días de cultura ciudadana y casi al unísono se condena de manera sumaria a los cucuteños por falta de ella. En principio, vistos los hechos de manera somera, las conductas inapropiadas de los ciudadanos dan cuenta de que no tenemos una adecuada cultura ciudadana. Esta sentencia parece justa, sobretodo si al recorrer la ciudad lo que se observa es basura dispuesta al aire libre, vehículos transitando por cualquier lugar, vendedores ambulantes con todo tipo de exhibidores que van desde bandejas hasta neveras que sirven de gigantescas cavas.
Parece que la culpabilidad de los cucuteños está probada y no habría como defenderlos, sin embargo, quiero hacer un planteamiento inicial para fijar una posición frente a este tema. Acaso podríamos jugar futbol sin arcos o básquet sin aros, sencillamente es imposible porque la razón de ser de estos deportes es el gol o la cesta respectivamente. La razón de ser de la cultura ciudadana no es otra que cumplir con las normas de conducta que socialmente son aceptadas como necesarias para la convivencia pacífica de los conciudadanos.
En nuestra ciudad se ha condenado a los ciudadanos de manera inmisericorde, por algo que en muchos casos no podría ser su culpa, sino de la falta de condiciones para poder ejercer una verdadera cultura. Podríamos decir que ¿son malos jugadores los que no meten gol en una cancha sin arcos o que no encestan en un tablero sin aros?, NO. Condenar de manera lapidaria a los cucuteños por no tener cultura ciudadana, si contar con las condiciones de ciudad para demostrarlo, es injusto.
¿Cómo respetar las cebras en las vías?, si sencillamente no existen o están mal dispuestas. ¿Como exigir a los buses o busetas que recojan pasajeros en un lugar determinado? si no existen paraderos dispuestos para ello. Creo que es injusto sentenciar a los cucuteños, sin darles la oportunidad de ser buenos ciudadanos.
Lo que pasa en Cúcuta y seguirá pasando no es otra cosa que la teoría de las ventanas rotas, la cual sostiene que mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas de criminalidad. Estoy convencido de ello y prueba de ello, es el pequeño laboratorio de la reciente remodelada Avenida Gran Colombia. Los buses están haciendo uso de los paraderos dispuestos, los conductores no están parqueando en lugares prohibidos, el flujo de personas caminando es mayor, en fin, creo que en petit ese es el modelo de ciudad que debemos desarrollar. No podemos permitir que instalen puestos de comidas ambulantes o que desadaptados parqueen en la ciclo ruta, pues eso sería como romper las primeras ventanas que traerían como consecuencia que lo alcanzado se tire por la borda.
Necesitamos con urgencia inversión en mobiliario urbano en la ciudad y después campañas pedagógicas, pues no se puede meter gol sin arco o cestas sin aros. No podemos decir que los cucuteños son malos ciudadanos si no les damos la oportudad de serlos. Si después de esto algunos no lo hacen de la manera correcta vendrá el poder coercitivo social para hacerlos recapacitar.
Si queremos una Cúcuta diferente, necesitamos empezar a transformar a Cúcuta en una verdadera ciudad. Estoy convencido que los cucuteños somos buenos ciudadanos, sólo necesitamos una oportunidad para demostrar nuestra cultura ciudadana.