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¿Vamos hacia otra edad del hielo?
Estos fríos intensos deben tener una razón.
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Sábado, 13 de Marzo de 2021

Hace apenas dos semanas una densa capa de nieve cubrió los Estados Unidos desde Nueva York hasta San Francisco. El sufrimiento de la gente de Texas, sin agua y sin energía durante esa semana de intenso frío, fue tópico obligado de  todas las noticias.

Para algunos negacionistas, que creen a pie juntillas las mentiras que ellos mismos fabrican contra toda evidencia, como es el caso de Trump y de muchos empresarios que ponen no solo sus prejuicios sino sus privilegios por encima de los demás ciudadanos, la tormenta nevada es prueba de que el tal calentamiento global es una farsa. 

Siguiendo sus impulsos y dueño de un poder que sus áulicos secundaron, Trump sacó a los Estados Unidos del Acuerdo de París que había firmado su antecesor en 2016. Afortunadamente, Estados Unidos, uno de los mayores contaminadores ambientales, ahora con un presidente que se asesora de científicos y no de politiqueros ignorantes, se sumó de nuevo a ese Acuerdo que pretende limitar el incremento de la temperatura global en menos de 2 ºC para 2050.

Estos fríos intensos deben tener una razón. Los veleros que se dirigían a América desde el siglo XV se encontraban con fuertes vientos contra los que tenían que navegar. Esos mismos vientos les eran favorables a su regreso a Europa. Benjamín Franklin fue uno de los primeros científicos que describió lo que se ha llamado la Corriente del Golfo que es una masa de agua que se calienta en el trópico, sube bordeando la costa oriental norteamericana y se desprende de ella en busca de un punto entre Groenlandia y el norte del continente europeo, llamado el Giro Beaufort. Esta masa de agua tibia se enfría al mezclarse con las aguas heladas del deshielo groenlandés, disminuyendo su salinidad, lo que hace que se sumerja en un gigantesco remolino para devolverse a una gran profundidad siguiendo el mismo camino que la llevó hasta el norte.

El aire en contacto con la cálida corriente superficial se calienta y se convierte en esos vientos que favorecían la navegación y que aún hoy aprovechan los pilotos comerciales en sus vuelos a las capitales nórdicas europeas. La fría corriente profunda al llegar al Ecuador, se une a un sistema global de circulación de grandes masas de agua superficiales y profundas que moldean el clima de todos los países.

En un artículo publicado en Nature en febrero de 2020, científicos norteamericanos encontraron desaceleración del Giro Beaufort. Aun cuando no todos los científicos están de acuerdo, hay un grupo grande que cree que esa es la causa de fenómenos como el verano europeo excepcionalmente caluroso de 2020 y la tormenta helada que cubrió los Estados Unidos a mediados de febrero.

El Acuerdo de París podría permitir que se mantenga la condición actual del Giro Beaufort. Si esto se logra, lo peor que puede pasar es que suframos de nuevo una pequeña Edad de Hielo como la que azotó a Europa entre los años 1.300 y 1.850. La humanidad sobrevivió a ese período y podría sobrevivir de nuevo. Pero los efectos serán desastrosos para formas de vida que no podrían adaptarse a tan bajas temperaturas y millones de personas que no tienen condiciones para conseguir calefacción y agua.

Calefacción para los que tienen medios de conseguirla implicaría consumo de recursos fósiles e incremento de gases de efecto invernadero, lo que agudizaría la crisis. No podemos ignorar la hipótesis de que una condición semejante causó la desaparición de los neandertales hace unos 200 millones de años antes de que apareciera la raza humana en Afar, en el cuerno de África, hace apenas 70.000 años y creyera que la tierra era nuestra para explotar sin medida.

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