Claro que Cúcuta sigue igual, como en el gobierno de Santos: somos una una ciudad al debe. Reconocemos que antes de irse, dejó financiadas algunas inversiones que el señor presidente Duque vino a pre-inaugurar y otras a revisar. Esta visita fue tan reservada que no supimos qué inauguró. Los detractores del señor presidente dijeron que una cancha de fútbol de tapete sintético en el Barrio Belén y que revisó la solución de emergencia de Ecopetrol, Conpes 3798 de agua cruda mal llamado AMC. El señor presidente sabe, que para llenar tanques y tubos del acueducto, en los estiajes duros de la región, hay que construir una represa, con el nombre que quieran, pero que es inevitable hacerla.
Amilkar Acosta el otro día trajo a colación un ejemplo con estas deudas y las soluciones Keynesianas al debe. Perdonen la dura metáfora, cuya paternidad reconocemos, ni la conozco yo, ni la supo el guajiro. Pero es aplicable a la dirigencia pública y privada de nuestra Cúcuta del alma que anda en barrena en medio de la pandemia.
Porque la visita, fue como el cuento del billete de cien euros de la damisela: nos lo mostró el señor presidente y se lo volvió a llevar.
El cuento titulado “la deuda de la prostituta”, se da en pleno estío, en un pueblito costero y que en la sequía parece un moridero, desierto y tedioso. Allí todos deben hasta la camisa, viven al fiado. Hay un hotelito y un día llega un aparentador que solo al entrar pone un billete de 100 euros en la recepción y sube a mirar las habitaciones. El administrador toma el billete y parte en huida a pagar sus deudas al carnicero. El carnicero hace lo mismo y veloz sale y paga al proveedor de cerdos y este a su vez recibe el billete y emprende carrera a pagar al porcicultor y este corre aún más y paga al molinero que fabrica el concentrado.
El dueño del molino toma el billete de cien euros y salió rápido a buscar a Marilyn la prostituta que le vendía sus favores al fiado. Marilyn que era un modelo de transparencia, regresa al hotelito y paga al administrador el alquiler del cuarto al que llevaba sus clientes. Y ¡suáz! Baja el aparentador, descontento con lo que ve y le quita el billete al administrador. Nadie ganó un centavo, pero en el pueblito todo el mundo vive y duerme ahora tranquilo, siguen “repobres”, pero sin deudas y con promesas.
La moraleja para nosotros tiene 18 años, equivalen a dos reelecciones más medio mandato nuevo. Continuamos con mucha demanda de soluciones por tantas necesidades, y esperanzados en otra próxima visita. Hubo irrigación de liquidez al debe, pues se repasó el promeserismo de las administraciones de Uribe y de Santos, con sus 39 visitas presidenciales y con esta, que fue la numero 40; hubo otro “estartazo” en la frontera.
Y el señor alcalde adobó el show, como buen aprendiz de Keynes y las medidas “contracíclicas” en Teoría Económica e “imaginó” la recuperación de 65.000 empleos. ¿Querían más? “Pues que les piquen caña”, como dijo Rodolfo Mora y Mora, nuestro presidente regional de FENALCO.
Adenda: Como en la canción de Julio Iglesias: “Al final las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuarán. La vida sigue igual”.