Por los tiempos de 1931 cuando entró al Catatumbo por Tibú, la Colombian Petrroleum Company-COLPET- subsidiaria de Gulf Oil y de Standard Oil Company, los obreros reclutados comenzaron a machacar el idioma inglés y cuando no a cucuteñizarlo desde allí hasta Coveñas en el caribe colombiano.
Entonces los mismos vigilantes contratados, en su oficio se llamaban unos a otros guachimanes, su versión de whatchman o vigilante. Este mes de diciembre confidencialmente se renovó el fervor inglés y a los columnistas de este diario les dio por titular en ese idioma.
El pasado 11 Luis Luna Maldonado resaltó: ¡No News! y contó cuatro incidentes curiosísimos; uno de una condena judicial a un francés por no administrarle, pudiendo, el sacramento a su esposa, durante diez años. Otro sobre la extinción de las ladillas, por la depilación del pubis de ambos géneros, un tercer incidente protagonizado por un alemán un el aeropuerto de Brisbane, que traficaba lagartijas metidas en sus calzoncillos y no resistió sus mordeduras y el último, una dieta milagrosa que en tres meses rebajo el peso a una chica de 63 a 52 kilos, a razón de uno por mes.
¡Hardlanding! o aterrizaje brusco, tituló Juan Diego Peña el 6 de diciembre, para retratar el manejo económico del Presidente Petro de desaceleración de la economía colombiana del 11 al 7.5% en 2023.
Whistleblower, hoy me tocó titular a mí. Es el vigilante rondero que pita, que avisa, que advierte y revela cosas indebidas, como lo hago en mis columnas, a los gobernantes y a otros de aquí para frenar la corrupción pública y la privada.
Una figura de origen inglés, por la que luchó, la trajo e impuso aquí Álvaro Gómez Hurtado (Veedurías ciudadanas) y en Norteamérica se estimuló para obtener buenas prácticas laborales. Aquí que desnaturalizamos todo, nos dio por llamarlos sapos.
Adenda: En los años 60s, los Whistleblower en USA, fue una forma de diferenciar a los disidentes de izquierda, que colaboraban con el gobierno, dando nombres, para descubrir los militantes comunistas.