Unos llamativos carritos infantiles construidos con botellas plásticas, que al ser tirados por una cuerda mueven sus piezas sin necesidad de pilas, son el sustento de Henry Contreras Barrios, un venezolano que con su ingenio le saca provecho al diferencial cambiario y sostiene a su familia en San Cristóbal, en el estado Táchira.
Desde hace año y medio, Henry, de 55 años, sale temprano de su casa y viaja dos horas en un autobús que lo conduce directo a la frontera. Tras superar los controles de la Guardia Bolivariana, cruza a pie el puente internacional Simón Bolívar y toma otro bus rumbo al parque Santander de Cúcuta, donde a diario se congregan cientos de sus compatriotas en el rebusque.
En una maleta de cierre plástico lleva cuidadosamente los carritos que saca y exhibe sobre un andén o a veces caminando, debido a los permanentes controles de las autoridades encargadas del espacio público.
Henry aprendió a fabricar los juguetes en su trasegar como vendedor ambulante en la ciudad de Valencia, en el estado Carabobo, mirando a otros hacer del reciclaje un arte, al darle una segunda oportunidad a aquello que ha perdido su utilidad principal.
Lo mejor -considera- no necesita un taller para trabajar, ni materia prima costosa, puesto que las botellas se las regalan en las calles y lo demás son unas ligas, pintura, marcadores y pegante.
“Las botellas plásticas de gaseosa o refrescos las consigo en buen estado y con buen brillo. Luego, las limpio con gasolina o thiner, les quito el pegante de las etiquetas y las lavo. Mi taller es cualquier parte de la calle donde pueda estar solo para trabajar, en una plaza o en un parque”, señala Henry.
En un día, alcanza a fabricar entre cuatro y siete juguetes, dependiendo del tiempo libre que le reste a su otro trabajo como ayudante en una cafetería de la terminal de San Cristóbal.
El precio de los carritos es de $7.000, pero puede haber descuento dependiendo del regateo. En un día, puede ganar $35.000, que al cambio serían 58.533 bolívares, aproximadamente.
“En Venezuela no se venden los carritos por la difícil situación económica, además ya los conocen. Pero en Colombia es rentable porque me alcanza para comprar mi comida, los pasajes y llevar mercancía para revender en Venezuela. Siempre que voy a Cúcuta, los vendo todos”, agrega Henry.
La fabricación de un carrito tarda entre una hora y una hora y media, dependiendo del modelo y su dificultad. “Ahora estoy tratando de sacar varios diseños. Mi sueño es fabricar otros mejores y estoy trabajando en hacer un gusano”, concluye Henry, al tiempo que le vende a los padres de un niño el último carro que le queda.
En la tarde, Henry regresa a su patria a encontrarse con su madre y sus tres hijas, a quienes sostiene con el fruto de su trabajo.
Reciclaje
Las botellas de plástico se fabrican con, entre otros materiales, petróleo y una gran cantidad de agua (más de la que luego contendrá). Si no se tiran al correspondiente contenedor, perduran en el medio ambiente durante siglos. Sin embargo, el plástico es un recurso y no un desecho.
El plástico permite reutilizar muchos de los productos y materiales que se usan a diario como envases y bolsas de buena calidad. Reciclar este material ahorra energía y recursos naturales.