El domingo 22 de julio de 1962, hace 56 años, fue un día sin precedentes en la historia de Cúcuta. Había sido una semana desbordada en emociones y diversiones en el marco del II Festival de la Frontera, el cual cerraba con una carrera automovilística callejera que desafortunadamente culminó en tragedia.
La carrera, por segundo año consecutivo, lo ameritaba y no era para menos. Se trataba del premio automovilístico de velocidad en circuito, organizado por Automóvil Club de Colombia, donde competían destacados pilotos, la mayoría internacionales, al volante de costosos bólidos de las marcas Ferrari, Mercedes Benz, Alfa Romeo, Porsche y Stanguellini, entre otros.
El II Festival de la Frontera se llevó a cabo entre el 14 y 22 de julio de 1962.
Era una competencia nunca antes vista y para el disfrute de propios y extranjeros cuando los autos no rodaban por montones por las calles y menos de lujosas marcas. Aún más llamativo, a desafiantes velocidades de hasta 240 kilómetros por hora.
El circuito era de 344 kilómetros que se cumplía en 20 vueltas (cada una de 17 km + 200 metros) iniciando desde el barrio San Luis, pasando por la autopista a San Antonio y retornando por la vieja carretera de Rumichaca, vía Boconó y la avenida Demetrio Mendoza.
Doce días antes de la carrera, La Opinión publicó el reglamento que constaba de 31 artículos y el ganador se alzaba con un cheque de 1.000 dólares. Se llamó Premio Pancho Pepe Cróquer, en homenaje al polifacético hombre venezolano de radio y televisión, quien murió precisamente al volante de un Maserati, durante la Vuelta de la Cordialidad en Barranquilla, el 18 de diciembre de 1955.
Armando D’Ambrogio fue declarado ganador con su Porsche 356 B Speedster Carrera.
Largada
La prueba inició con 22 pilotos en diversas categorías, donde la mayoría eran venezolanos; solo había 3 pilotos colombianos.
A las 11:00 de la mañana se dio la largada y empezó el show de adrenalina pura. Los pilotos mezclaban magistralmente la gasolina con el acelerador a fondo y los mejores empezaron a puntear. Mientras tanto, los espectadores reventaban en gritos de apuestas y se ubicaban imprudentemente, formando muros humanos sobre el filo de las vías convertidas en una pista de autódromo.
A la 1:00 de la tarde, cuando los bólidos llegaban a la vuelta número 17 en el sector de la glorieta de la autopista internacional, el Mercedes Benz, marcado con el número 77 y conducido por el italiano Marcelo Hernández, perdió el control al atravesársele un joven en la carretera y se fue dando volteretas contra el público. El saldo final: cuatro muertos y 11 heridos, según reseñó este medio.
En mitad del caos, se ordenó detener la carrera y los premios se entregaron de acuerdo a las posiciones que ocupaban en el momento. El ganador fue Armando D’Ambrogio, seguido de Andrea Melarossa y Marcelo Hernández, quienes ocuparon el segundo y tercer lugar.
La angustia producida por el accidente fue colectiva y la ciudad entró en luto colectivo. Un día después murió la cuarta víctima.
En un gesto de solidaridad, el ganador de la prueba ofreció el premio de 1.000 dólares, así como también los otros ganadores de las diferentes categorías (400 dólares que les correspondían) en nombre de todos los pilotos venezolanos, para ser entregado a los deudos de las víctimas.
La angustia producida por el accidente fue colectiva y la ciudad entró en luto. Las emisoras dejaron de transmitir música popular y cambiaron sus acetatos por música clásica y noticias. En la noche, salieron del aire.
Así concluyó el II Festival de la Frontera, en el que por 9 días los cucuteños gozaron de reinados, campeonatos de atletismo y basquetbol, revista aérea y fiestas en los barrios.
Pero, a la vez, terminaron por siempre estas inolvidables carreras automovilísticas en una ciudad que -dicho en la época- no tenía la suficiente madurez para asistir a un evento tan peligroso.
Un famoso Ferrari
En una reciente edición de la revista Motor se referenció uno de estos costosos bólidos, el número 0534M de la exclusiva serie Ferrari 750 Monza, conducido por José Zilio, el cual se accidentó, un año atrás, en la primera de estas competencias en 1961, en Cúcuta.
En este caso, lo relevante no es el accidente sino la suerte corrida por este Ferrari que posterior a su abandono en Caracas y restauración en Italia, la casa de subastas Sotheby’s lo vendió en 3.375.000 libras esterlinas (13.000 millones de pesos).
Dicha historia consta en el catálogo de esta casa de subastas, donde además se registra el accidente sufrido en la capital de Norte de Santander, que lo dejó inservible.
Sin embargo, en los archivos históricos de la época no fue registrado este choque.