El educador británico Ken Robinson, conocido en el mundo por sus estrategias pedagógicas y autor del libro ‘Escuelas creativas’, plantea que el reto en las aulas de clase es interactuar con los estudiantes, valorando sus saberes y estimulando sus potenciales para la vida.
Para él, lo que es importante para los estudiantes, sea el deporte, las matemáticas, la lengua o la tecnología; tiene que serlo también para los profesores y cuando se permite que los jóvenes exploten su afinidad con determinados temas, se sienten valorados y se crean vínculos que facilitan la enseñanza.
La revolucionaria propuesta pedagógica ha sido bien recibida en instituciones educativas del mundo, mientras en otras los avances se reducen a cambiar pizarrones verdes y tizas por marcadores borrables y tableros de acrílico.
Las nuevas tendencias educativas se hacen viables cuando alumnos y profesores comprenden que en el aula los conocimientos son compartidos y así se ha entendido en el colegio Bicentenario de Cúcuta, ubicado en el barrio Antonia Santos (Comuna ocho).
La institución, operada por la Universidad de Pamplona, permite que los estudiantes investiguen a partir de sus propios contextos y afinidades. La rectora, Leidy Lorena Vásquez Ruiz, dio a conocer que bajo esta dinámica prima la transformación social y muestra de ello son dos proyectos que durante el año ejecutaron los estudiantes de undécimo grado.
“Nuestra capacidad es para 1.440 estudiantes desde preescolar hasta media técnica. Tenemos las técnicas profesionales en Mantenimiento de maquinaria y equipos industriales y la de Instrumentación y control de procesos industriales”, dijo Vásquez.
De acuerdo con el esquema del colegio, los estudiantes antes de graduarse deben diseñar y ejecutar un proyecto investigativo, previo consenso con sus tutores de técnica. Así, se creó una compactadora de botellas plásticas y una grúa para el desplazamiento de personas con discapacidad motora.
Para financiar ambos proyectos la rectora Vásquez dijo que se creó un fondo de ahorro.
“El resultado es sorprendente, con alto valor social y empresarial, pues los estudiantes generaron ideas de negocio a partir de necesidades que hay en el sector donde estudian y habitan”.
Los proyectos fueron gestados en el colegio Bicentenario de Antonia Santos.
Impacto ambiental y social
Ginna Esmeralda Narváez, Freddy Rodríguez Niño y Alexis Cañizares, son tres de los 10 estudiantes que idearon la compactadora de botellas PET, como respuesta a la necesidad de controlar la abundancia de plásticos en la institución.
De acuerdo con el diagnóstico hecho por los jóvenes, semanalmente se desocupan 450 botellas y a las mismas no se les daba un segundo uso. Por ello, pensaron en fabricar una compactadora para apilar el material y venderlo, invirtiendo las ganancias en adquirir productos de aseo para el colegio.
“El tema ambiental es afín a todos los estudiantes, entendemos que debemos cuidar el planeta y qué mejor que evitando que un material contaminante como el plástico ocasione desequilibrio ambiental”, dijeron los jóvenes.
Así, redactaron el proyecto, lo perfeccionaron con el tutor de la técnica en Mantenimiento y en marzo empezaron a fabricar la compactadora, usando el hierro como materia prima.
Tras ensayo y error pasaron de un modelo con gato hidráulico que tan solo compactaba 10 botellas en cinco minutos, a uno con soportes metálicos, caja central con cilindro que es accionado por un motor y cubierta de aluminio para evitar que el plástico rebote lastimando a los operarios.
El ajuste mejoró la productividad y eficacia de la máquina, compactando 35 botellas. Previamente a ser depositadas se les retiran las etiquetas y los anillos de seguridad, generándose más valor para el material. “Esperamos que el año entrante la compactadora sea mejorada y usada con frecuencia en el colegio. Nosotros nos graduamos, queda la capacidad instalada”.
Quienes también obtienen su título de bachiller son los 12 inventores de una grúa para el desplazamiento de personas con discapacidad motora. “El ingeniero Luis Cercado nos orientó y juntos fuimos construyéndola”, dijo Cristal Contreras, de 17 años e integrante del equipo de trabajo.
Ella, contó que la estructura metálica con gato hidráulico permite el desplazamiento de las personas luego de ser sujetadas con un arnés.
“En el colegio había un estudiante con parálisis y en él nos inspiramos. A futuro esperamos que se le dé uso dentro de los programas de inclusión del colegio y como creadores estamos motivados para seguir explorando fuera del aula y a nivel empresarial con un sentido social”.