A Leidy Paola Rolón, a veces la tristeza se le instala en la garganta. Llora silenciosamente. Y cuando se encierra en su habitación, vuelve y llora con profundo dolor.
Lleva 737 días de zozobra, llanto y una honda desolación por no saber con certeza si su hijo está vivo o muerto.
“Ella nunca más volvió a sonreír como antes”, dijo su bisabuela.
Haber decidido no aceptar más el maltrato y las humillaciones de su marido, y padre de su único hijo, le costó perder a su niño Richard Andrés Mendoza Rolón, de tan solo 7 años. El hombre lo raptó con mentiras y lo desapareció junto con él la tarde del viernes 17 de noviembre de 2018.
Desde entonces, nunca más volvió a verlos; de esos 737 días, 616 los pasó pensando que lo encontraría con vida, creyendo que se verían para seguir jugando fútbol o haciendo juntos la tarea, pero desde la mañana del pasado viernes 26 de julio, hace 121 días, la resignación se apoderó de ella.
Y ahora, el dolor es más fuerte, pues ese viernes, dos osamentas fueron encontradas, una era de un hombre y la otra de un niño; estaban en un monte por el Anillo Vial occidental, cerca de la entrada al corregimiento Carmen de Tonchalá y del barrio Belén, en Cúcuta, este último donde ella reside.
Los restos reposaban sobre la tierra. Ahí también estaban la camisa manga larga de rayas blancas y negras (tipo buzo), la bermuda marrón y las pantuflas de su hijo; una camisa del Cúcuta Deportivo y unos zapatos grises de su exmarido.
Aquel hallazgo pareció desvanecer toda esperanza de volver a abrazar a su pequeño.
Sin embargo, solo Medicina Legal tiene la respuesta. Pero al parecer, los extensos protocolos que tiene esta entidad desconocen el dolor de esta madre, que ha entregado documentos, testimonios y hasta las muestras de ADN, pero no ha obtenido respuesta a su dolor.
Leidy Paola, el día que le contaron del hallazgo de los que podrían ser los restos de su hijo.
En sueños
“Lo recuerdo siempre. Hace poco, después de que descubrieron los restos, vi a mi hijo en un sueño. Esa mañana me desperté llorando”, contó Leidy.
Aseguró que en el sueño salía del trabajo y en una esquina veía a su hijo Richard Andrés; con él estaban otros niños, pero su hijo era el único triste.
“Soñé que era tarde y cuando me acerqué más a la esquina, lo vi sentado solito con un balón; estaba viendo a los otros niños que jugaban. Me fui a abrazarlo y empezó a llorar; de una me preguntó que por qué nadie lo veía. Entonces me lo traje para la casa y llegué feliz diciéndole a mi mamá que me viera, que lo había encontrado, pero ella no lo veía y me preguntaba ‘¿Dónde está? ¿Dónde está?’ Y aunque le indicaba dónde, solo yo podía verlo”, narró llorando.
Leidy no tiene espacio para el olvido de su hijo en su memoria. No hay un instante de su existencia en que no lo recuerde. Las fotos que conserva de su hijo son la luz de sus ojos.
Aún espera
Aunque las prendas que aparecieron junto a los restos, coinciden con las del pequeño y las de Jhon Jairo Mendoza Villamizar, papá del niño, Leidy aun piensa que todo podría ser parte de una trampa que su exmarido le puso para hacerla sufrir por el resto de su vida, como lo aseguró que lo haría cuando la llamó para advertirle que nunca más lo volvería a ver.
“El señor que encontró los restos salió corriendo a avisarle a la familia de él, ni siquiera a la Policía. Fue al otro día en la mañana que una de las hermanas de él, junto con el hombre, se metieron en ese monte y cuando llegaron allá y confirmaron, ahí si llamaron a la Policía. Por eso, hasta que no me den las pruebas, no dejo de tener esperanza”, dijo la madre.
El día que Leidy no volvió a ver a su hijo
Jairo Mendoza Villamizar decidió, la mañana de ese viernes 17 de noviembre de 2018, vender todo lo que junto a Leidy había logrado y conservaba de valor.
Luego, por la tarde, se robó un celular de una mujer que vendía minutos; posteriormente, cuando el niño ya estaba en la biblioteca pública del barrio Belén, emprendió su venganza y sacó a su hijo con mentiras. Después lo puso a hablar con su mamá. El hombre solo dejó que el niño le dijera que la ‘quería mucho’ y luego él mismo le advirtió a Leidy que por no haberlo perdonado, eso le iba a salir muy caro.
Para la segunda llamada, el hombre le dijo a su mujer lo que había hecho con el niño.
“El niño ya no existe y yo me voy a matar también con él”, se escucha en la grabación, con los gritos desgarradores de Leidy de fondo.
“No, Jhon. No. ¿Dónde está el niño? ¿Dónde?”, le grita Leidy.
A lo que el hombre respondió: “Te amo. Te amo. Siempre le rogué. El niño no vuelve con usted”. Fin de la llamada.