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Madres sustitutas: una labor con mucho corazón
El ICBF tiene este programa que protege los derechos de muchos niños en el departamento.
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Domingo, 28 de Mayo de 2023

En 145 ‘hogares sustitutos’ que hoy tiene el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Norte de Santander, hay mujeres con un amor tan grande, que han dedicado su vida a extiender ese calor hogareño a los infantes que están bajo protección de este organismo que vela por los derechos de los niños y adolescentes.

Esas ‘madres sustitutas’ cumplen con esta labor voluntariamente, pues conocen la necesidad de suplantar ese amor de madre que les ha faltado a los menores en sus familias.

“Son madres voluntarias que por su vocación y entrega nos apoyan en esa labor social y de amor, que es sustituir ese rol de mamá, mientras los menores permanecen en protección con nosotros”, aseguró Jessika Flórez, directora regional de ICBF en Norte de Santander.


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Cuando un niño ingresa a este programa por alguna situación de amenaza o vulneración de sus derechos, es porque no hay una red familiar garante. “La última opción que hay es que el menor quede bajo protección del ICBF y, de acuerdo a su perfil, lo ubicamon con una ‘madre sustituta’, que tiene un hogar normal y experiencia en crianza y está habilitada por nuestra institución, pues acá se le hace una resolución que está basada en condiciones psicológicas, emocionales, de infraestructura, además, debe tener otros ingresos, porque ese es un trabajo voluntario”.

Hasta 18 meses puede durar un menor en los ‘|hogares sustitutos’, pues así lo determina la Ley. Luego de ese tiempo, el ICBF debe verificar las condiciones en la familia del niño, pero si no hay o no se tiene ningún familiar que lo reciba nuevamente, es declarado en adoptabilidad, quedando a cargo de este instituto para que siga su vida normalmente. Así lo aseguró la funcionaria.

Muchas de esas madres llevan más de 30 años cumpliendo con esta labor social y su amor es tan inmenso que varias de ellas tienen bajo su cuidado a 90 niños en condición de discapacidad, lo que exige mucho más por parte de estas mujeres.

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Una pequeña remuneración

El ICBF le da un aporte pequeño a las ‘madres sustitutas’, que puede llegar a ser un salario mínimo legal vigente, aparte de lo que recibe por el sostenimiento de cada niño para alimentación, educación, salud, elementos escolares y dotación básica.


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Según explicó la directora regional, para tener un ‘hogar sustituto’ el ICBF aplica algunas pruebas para definir si las mamás y papás están en condiciones morales y mentales para tener a estos menores.

Mes a mes, un operador que tiene a cargo ese programa se encarga de hacer una evaluación y supervisión a cada uno de los hogares para ver cómo están funcionando y de encontrar alguna falencia, pueden cerrarlos.

También pueden rotar a los niños, “porque a veces se ve que se les dificulta manejar algún bebé o menor con alguna discapacidad”.

A los ‘hogares sustitutos’ también pueden llegar menores venezolanos, siendo atendidos en igualdad de condiciones.

Desde el 2015, cuando el gobierno venezolano decidió cerrar la frontera, comenzaron a quedar muchos niños venezolanos al cuidado del ICBF, especialmente los no acompañados, pues los veían solos por las trochas fronterizas, activando la ruta de atención.

Actualmente, el 35% de los menores que están en este programa del ICBF son migrantes, aunque antes llegaron a ser más del 50%.

 

27 años regalando mucho amor

Aura Leonor López lleva 27 años siendo ‘madre sustituta’. El amor que siempre ha sentido por los niños, la llevó al ICBF para ofrecerse a ser parte de este programa y junto con su esposo y tres hijos, les ha brindado ese calor de hogar a más de 300 menores que, según ella, han pasado por su vivienda.

La mujer, de 62 años, contó que un hermano fue quien la animó a convertirse en ‘madre sustituta’, pues a Aura Leonor siempre le gustó cuidar a los hijos de los vecinos y él le propuso que hiciera lo mismo con menores que tenía el ICBF.

De todos esos niños de los que ha sido una ‘mamá sustituta’, le quedan dos que sufren una discapacidad cerebral que les impide ser autónomos.

“Alexander tiene 26 años conmigo, desde que era un niño lo dejaron a mi cargo y como tiene esa discapacidad nadie lo adoptó. Carlos tiene 19 y todo el tiempo ha estado acá. Ellos dos ya son hijos míos, porque donde los cambien de hogar van a sufrir mucho”, señaló Aura López.


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Agregó: “esta labor es complicada, porque uno no los puede dejar solos. Desde que se levantan hay que estar con ellos, bañándolos, vistiéndolos, dándoles de comer, haciéndoles todo, porque no se valen por ellos mismos”.

 

De profesora a ‘madre sustituta’

Por el hogar de Luisa Margarita Rangel Peñaloza han pasado 58 menores que han contado con la protección del ICBF, a los que les ha entregado su enorme amor y excelente cuidado.

Y a pesar de haber tenido seis hijos y de ser profesora, decidió que dos de esos menores que ha cuidado como ‘madre sustituta’, que sufren un retraso mental, se quedaran en su hogar, sin importar la discapacidad que tienen.

“Con Andrea llevó 25 años y con Omar 33”. El amor de esta mujer, de 75 años, hacia ellos ha sido tan maravilloso, que hoy la ven como su verdadera mamá.

Para ella, esta labor ha sido muy confortante, porque se siente llena de vida y con mucha capacidad para seguir sirviéndole a la sociedad.

“La relación de mis hijos hacia Andrea y Omar siempre ha sido maravillosa, los han apoyado y ayudado. Es más, uno de mis hijos decidió unirse a ese programa de ‘hogares sustitutos’ y tiene a un joven con discapacidad”, sostuvo Luisa Margarita.

Según Luisa Rangel, su esposo también estuvo de acuerdo con ella cuando decidió vincularse al programa de ‘madres sustitutas’ y por eso es que ya tiene 35 años de cumplir con esta labor.

“Nos quedamos con los niños con discapacidad, porque mi esposo sufría mucho cuando se los llevaban. Él se encariñaba mucho con ellos, entonces cuando llegó Omar, a él nos lo dejaron y así fue que también llegó Andrea. Acá se aprende mucho”, manifestó Luisa Margarita Rangel.

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