Se ha dado el lujo de ir a España a ver un partido de cuartos de final de la Copa del Rey, cuando jugó el Atlético de Madrid contra Barcelona; conoció Madrid, fue al Castillo Real y ha compartido con jóvenes emprendedores del mundo como el magnate más joven del planeta, el hacker más joven de Europa y una niña que va a viajar a Marte en 2030.
Aunque ha sido invitado a Pangea, un evento que congrega a los 200 jóvenes emprendedores sociales más influyentes del mundo, Arnulfo Beltrán Mojica es un cucuteño que no ha cambiado su estilo de vida desde que era un niño vendedor ambulante.
Su humildad, pero sobretodo su gran liderazgo, lo han llevado a ser un ejemplo de vida para los más de 2.500 niños que hasta el año pasado estuvieron vinculados a la Fundación Telefónica y a Corprodinco, la fundación cucuteña que acompañó el proceso de este niño trabajador que desde los 4 años tuvo que conocer el mundo como si fuera un adulto.
Actualmente se dedica a ayudar a niños que como él intentan salir de las zonas más olvidadas de la capital nortesantandereana y quiere ser coordinador general de la Plataforma de la Juventud.
Aunque no se siente amante de la política, dice que lamentablemente Colombia es un país que brinda pocas oportunidades a los niños pobres. Por eso, su intención es gestar proyectos que incentiven a las juventudes y a sus familias a ser líderes y a pensar en que sí se puede.
Su historia de vida
Nació en una familia pobre en el barrio Morelli, en la comuna 3.
Desde que tenía uso de razón salía al comercio con sus hermanos, en plan de rebusque.
En el comercio sus hermanos recogían desperdicios y él los acompañaba; luego, se dedicó a vender en la calle.
Su familia viajó a Barrancabermeja, y luego volvió a Cúcuta donde, más grande, pudo subir solo a los buses a cantar.
“Un anécdota que tengo es que era gordito y en esa época me tenía que subir a los buses a cantar”, recordó Beltrán. “Como lo buses eran de los grandes, me tenía que subir arrodillado y eso les causaba gracia a los choferes”.
Beltrán, de 26 años, recuerda su historia y, aunque hace unos años pensaba que su historia de vida era mejor no comentarla, porque le causaba vergüenza, hoy día cree que es su mayor arma para gestar esperanza en los corazones de otras personas.
Sin dudarlo, se reconoce como un ganador, pues salió con suerte de las malas juntas, y nunca llegó a la droga. Antes de ser bachiller, fue voceador de las rutas en los buses, trabajó en latonería y desde los 17 años fue caddie en el club Tennis.
Su familia está compuesta por su padre y 11 hermanos. Su madre murió cuando era niño, y ahora es un profesional en comunicación social de la Universidad Francisco de Paula Santander. El martes celebró su día.
“Siempre soñé con ser periodista, trabajar con la comunidad y ayudar a los niños de la calle”, dijo.
Beltrán siempre fue apoyado por la fundación Telefónica, donde hizo parte de un programa educativo para niños trabajadores, el cual cerró su trabajo por los niños de Cúcuta este año.
Hoy, recuerda con gran emoción a los niños de la escuelita Nuevo Milenio, a sus coordinadoras en la Fundación Pro-niño María Estela Contreras y Angélica Melano, así como a todas las personas que le dieron la mano y lo motivaron.
