En Cúcuta, murió este jueves el docente y escritor Carlos Eduardo Orduz, quien era oriundo de San Cayetano, Norte de Santander.
Orduz se graduó como licenciado en Filosofía e Idiomas y fue evaluador educacional.
Además, autor de la tres ediciones del libro ‘Crónicas sueltas Cúcuta’ y socio de la Asociación Colombiana de Redactores Deportivos (ACORD).
Desde ACORD Norte de Santande, su presidente Arnulfo Sánchez Dueñas lamentó el fallecimiento del cronista y envió un mensaje de solidaridad a sus familiares, amigos y allegados.
En 2005, Orduz ofreció una entrevista a La Opinión que a continuación les traemos.
¿Qué es lo que conoce de Cúcuta?
Que no es una, sino cuatro: la plana que es donde vivimos con todos los servicios, con los gobiernos, eclesiástico, político y económico. Atalaya, que tiene miles de necesidades, sin calles pavimentadas, sin teléfono, sin nada. La Libertad, donde vive un conglomerado de gente de clase media que logró adquirir lo de una cuota inicial y se instaló allí en buenas condiciones. Los Patios, aunque es entidad territorial diferente, la gente duerme allá, pero vive en Cúcuta.
¿Esto quiere decir que usted es el único que tiene esa identidad?
Son pocos los que la tienen, porque se perdió la identidad. A la gente de aquí sólo le interesa tres cosas: a cómo amaneció el bolívar; si ganó o perdió el Cúcuta Deportivo y vivir de la “mamadera de gallo”.
¿Entonces no hay preocupación por la ciudad?
Su crecimiento ha sido desordenado, sin planeación. Entonces, todos hacen lo que quieren, se toman los andenes, parquean donde les da la gana, botan la basura a la calle, gritan, hacen fiesta y no les interesa si molestan al vecino. Esa evolución hacia el progreso trajo el atraso en cuanto al respeto por los demás.
¿Y el comercio?
Carretas por aquí y por allá. Esto parece un pueblo de fenicios, no una ciudad.
¿A qué ciudad se debe parecer?
Estilo Bucaramanga, pero aún mejor.
Dice que la gente se ha vuelto “mamagallista”, ¿eso no hace parte de la vida?
Una cosa es ser gracioso y ameno y otra cosa es burlarse de los demás. Por eso admiro a Antonio García Herreros.
¿Y usted es gracioso?
Me gusta reír y he escrito cosas graciosas, muy refrescantes. Dios me dio el don de escribir bien.
¿A qué humoristas admira?
A Alfonso Castillo Gómez y Gustavo Gómez Ardila.
¿Aparte de fotografiar qué más le gusta?
Me gusta leer, la música y el deporte porque es una pasión.
¿Por qué es pasión?
Porque quien lo vive lo traspasa a la cotidianidad y lo vive retóricamente. Le cuento algo, en Chile estaba en la montaña donde había nieve y para poder ver un partido tenía que bajar a una población, agarrar la liebre (buseta) para llegar al centro de Santiago, tomar el metro para llegar hasta el otro extremo de la ciudad y luego caminar para llegar al estadio y yo lo hacía por considerar que es una pasión, el amor que se siente. Y también el odio porque cuando el equipo pierde salen a flote todos los resentimientos.
¿Qué lleva implícita la pasión?
Una vivencia interna que lo hace sentirse feliz cuando gana, pero triste, acabado y dudoso de la vida cuando pierde su equipo.
¿Recuerda alguna frase de los fanáticos?
Son impublicables.
¿De las fotos que ha tomado hay alguna que le causó impacto?
Aquí en la esquina le tomé a un niño como de unos diez años, dormido en una silla con sus zapaticos rotos y las bolsitas de plástico que vendía se le cayeron al piso. El sueño, el hambre y el cansancio lo vencieron. Capté ese momento porque me pareció dramático.
¿Y de su vida cuál ha sido el mejor momento para captar?
Cuando el Ministerio de Educación me confirmó que había sido galardonado con la medalla Camilo Torres, que es el máximo galardón que se le da a los educadores colombianos.
¿De su matrimonio hay un momento para captar?
Más bien para contar con la frase “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”.
¿Recuerda cuándo la conoció?
Vivíamos a una cuadra de distancia en Cúcuta y no nos conocíamos y fuimos a estudiar a Bogotá y allí nos conocimos.
¿Cómo la recuerda?
Era muy hermosa, muy bonita.
¿Y ahora?
Todavía mejor.
¿Como una uva?
Hace poco llevé mi carro a lavar y me comentó la dependiente que estaba muy bonito, yo le respondí que tenía cuatro años de uso, pero que las cosas se mantienen de acuerdo a como uno las utiliza.
Como ejemplo, le seguí explicando, tengo una señora desde hace 38 años y está más bonita que cuando la conocí y me dijo, ¿por qué no le dice eso a mi marido?
¿Cuál es el secreto?
Que el matrimonio es para conversarlo. Yo le digo a mis hijos que los problemas del matrimonio se arreglan en la alcoba. No tiene porqué enterarse nadie más.
¿Es estricto?
Estricto, pero considerado con los ancianos.
¿Desde cuándo se es anciano?
El de 30 puede ser anciano y el de 70 ser joven.