Caterine Ibargüen, reina destronada del triple salto, no perdía la sonrisa pese a la pérdida de su corona el lunes en el Mundial de atletismo y ahora se enfrenta a un desafío: con sus actuales 33 años, ¿podrá llegar bien hasta la defensa de su título olímpico en Tokio-2020?
Ibargüen, plata en este Mundial después de llevarse el oro en los dos anteriores, supera en más de una década de edad a la nueva campeona, la venezolana Yulimar Rojas, que tiene 21 años y que fue plata en Rio-2016 por detrás de la estrella colombiana.
Pero después de que Ibargüen perdiera su condición de intocable en este 2017 y Rojas lograra el oro, en el aire flotaba una cierta sensación de cambio de era en el triple salto, que en el ciclo olímpico que condujo a Rio fue un monólogo de la saltadora antioqueña.
"Mis Juegos Olímpicos van a ser los de Tokio", vaticinó Yulimar Rojas, ambiciosa, tras su oro mundial del lunes.
"Me gustaría, pero es según se sienta ella, es lo que le espere. Yo sé que yo voy a seguir trabajando", afirmó sobre si veía luchando de nuevo por el oro contra la colombiana en Tokio-2020.
Caterine Ibargüen, por su parte, insistía en que iba a seguir trabajando y que no perdía la motivación ni la ilusión, haciendo pensar que no ve cercana su retirada, aunque en sus palabras parecía ceder formalmente el testigo a Rojas para los próximos años.
"Yulimar está superjoven, puede llevar la batuta y llegar muy lejos. Puede seguir reinando por muchos años", afirmó.
'Caterine la Grande' insistió en que es una batalla perdida, pero que la guerra continúa: "Estoy muy motivada, muy contenta, ahora queda seguir trabajando. Lo mejor es que salí en salud, sin lesión, con lo cual puedo seguir peleando".
Ibargüen eclosionó relativamente tarde en el triple salto, después de haber probado otras disciplinas como el salto alto, una prueba en la que acudió a sus primeros Juegos Olímpicos (Atenas-2004) y a su primer Mundial (Helsinki-2005), sin llegar a destacar.
Después llegó, cuando tenía 27 años, su bronce en el Mundial de Daegu-2011, que elevó luego a plata en los Juegos Olímpicos de Londres-2012 antes de iniciar una hegemonía aplastante, que le llevó a encadenar los oros de los Mundiales de Moscú-2013 y Pekín-2015 con el olímpico de Rio-2016.
36 años en Japón
Después de conquistar el título en Pekín, Ibargüen estimaba que ganar el título olímpico de Rio iba a ser "la cereza en el pastel" en su carrera. Y la consiguió.
A pregunta de la AFP sobre aquella declaración en China, Ibargüen bromeó el sábado tras lograr la clasificación a la final de este Mundial: "Hay pasteles con varias cerezas", para dejar claro que sigue con hambre de títulos.
En el panorama para el futuro, Ibargüen tiene que hacer frente a un plazo de dos años en los que las reuniones de la Liga de Diamante serán los grandes alicientes para ella, ya que en 2018 no hay ni Mundial al aire libre ni Juegos Olímpicos.
El próximo Mundial será en 2019 en Doha y entonces Ibargüen tendrá ya 35 años, mientras que en los Juegos Olímpicos de Tokio-2020 tendrá 36, una edad elevada para una atleta, sobre todo teniendo en cuenta que la nueva generación llega pisando fuerte.
Más allá de Yulimar Rojas, que ya es una realidad, hay otras jóvenes que están progresando mucho.
Es el caso por ejemplo de la brasileña Nubia Soares, que se proclamó campeona sudamericana a finales de junio en Asunción, aunque no compitió en Londres por una lesión.
Soares derrotó en la capital paraguaya a Yulimar Rojas, que estaba entonces mermada por un problema físico.
"Conozco a esta niña, pregunté por ella. Si se lleva bien y se cuida puede estar y lograr medallas en el futuro para Sudamérica", valoró la propia Ibargüen en Londres sobre la triplista brasileña.