El negocio de cambio de bolívares en La Parada fue el miércoles el mejor ejemplo de como este sector de Villa del Rosario es una de las cunas de la informalidad que genera el abandono del Estado en la frontera.
Con las cerca de 100 casas de cambio existentes en el lugar cerrados en su totalidad por el cese de actividades del sector, que este jueves cumple su segundo día, el intercambio de bolívares por pesos quedó en manos de vendedores callejeros, que aprovecharon el desorden para hacer su ‘agosto’.
Los venezolanos que cruzaban como hormigas el puente internacional Simón Bolívar con los bolsillos y las maletas llenas de bolívares, se encontraron con las puertas de los negocios cambiarios cerrados y con ofertas de cambio que oscilaban entre 8 y 12 centavos de peso por bolívar. Es decir, que 100.000 bolos se transformaban apenas en $8.000.
Darwin Yánez, de unos 25 años de edad, que viajó desde Punto Fijo, estado Falcón, con el objetivo de llegar hasta Cúcuta para desde ahí tomar un autobús hacía Bogotá, encontró en esta oferta cambiaria su primer problema.
Venía preparado para recibir hasta 17 centavos por bolívar, unos $17.000 por cada 100.000 bolívares, pero lo que le ofrecieron fue demasiado bajo. La oferta se la hizo una señora, sentada tras una supuesta venta ambulante de ‘mecato’, ubicada frente a la entrada de un pequeño supermercado.
Pero, según pudo corroborar La Opinión, que acompañó a Yánez en esta pequeña travesía de conseguir cambio, la venta no era ambulante. La vendedora de papas y chicles, ahora transformada en cambista, le daba 11 centavos de peso por bolívar, mientras atendía a otro venezolano que sí aceptó la oferta. Los pesos y bolívares entraban y salían del negocio que estaban detrás de ella.
Después de este revés, Yánez siguió caminando, maleta en mano, buscando una mejor opción. En el camino se encontraría con varias, pues los vendedores estaban agazapados entre la multitud y camuflados como pequeños comerciantes, escondiéndose de unos cuantos policías que llegaron a esta zona para controlar, sin mucho éxito, esta actividad de compra y venta de divisas.
Entre las opciones estaba una mujer morena sentada en una silla, que sacaba los pesos que cambiaba de uno de sus senos y otra que tenía la plata escondida en una bolsa que metía en la cava con hielo donde tenía el agua y las gaseosas que ofrecía.
Los informantes eran los empresarios de cambio que tenían sus negocios cerrados y que buscaban aumentar el impacto de su paro, evitando el ejercicio informal de esta actividad.
Uno de los afectados por el trabajo conjunto entre empresarios y autoridades fue Wilson Peña, un empresario a quién un uniformado le quitó 100.000 bolívares que estaba cambiando, según él, con una muchacha que le ofreció y porque no había más con quien hacerlo.
Milton Correa, uno de los profesionales del cambio de La Parada, indicó que aparte de los problemas que tienen con las regulaciones del Estado, es que muchos venezolanos están llegando a vender bolívares diariamente en la calle y a ellos la autoridad no los persigue.