En Cúcuta hay un gran parque de diversiones, aunque no es para niños ni personas del común. En él no hay música, ventas de perros calientes con gaseosa ni ruedas de Chicago.
Este centro de entretenimiento exige ciertas condiciones para poder entrar: hay que ser amante de la arcilla, la arquitectura, la física y la química.
Entre sus atracciones principales están los hornos, las cocinas, las prensas y los microscopios.
Otra cosa importante de este lugar que muy pocos conocen es que no está en un lote baldío. Por el contrario, está incrustado, vestido de blanco, entre los edificios de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS).
El Centro de Investigación de Materiales Cerámicos (Cimac) es, según su director y fundador Jorge Sánchez Molina, único en el país. Allí convergen estudiantes de diferentes carreras de la universidad, estudiantes del Sena y, lo más importante, también hacen presencia los empresarios de la industria de la cerámica y la arcilla de la región.
El proyecto, que se empezó a cristalizar a finales de la década de los noventa, y se concretó en 2006, antes de que fuese trasladado a Medellín, como se pretendió en algún momento, es el mejor ejemplo de que el trabajo conjunto entre academia e industria sí se puede lograr y, sobre todo, que es productivo cuando se hace de forma profesional.
“El centro es muy importante para nuestra industria. La gente piensa que fabricar un ladrillo es mezclar agua y ya, pero detrás de estos hay procesos industriales que deben especializarse y es lo que hacemos con el Cimac, ser más competitivos”, destacó Sergio Colmenares, presidente ejecutivo de la Asociación de Industriales de la Arcilla de Norte de Santander (Induarcilla).
Con Cerámica Italia y la UFPS como sus principales aliados, el Cimac ha logrado la confianza necesaria para recibir el apoyo de Colciencias y la Gobernación de Norte de Santander, y trabajar de forma conjunta con la Cámara de Comercio de Cúcuta, el Sena, el programa de Arcillas Competitivas e Induarcillas, entre otros.
Una cadena de logros
Los alcances de este equipo de trabajo, en donde hay especialistas y doctores en diferentes áreas de trabajo, se evidencian en la consecución de una patente de arquitectura gracias al proyecto de una estudiante de la universidad, y otras tres en proceso.
En materia industrial, las cosas van mucho más allá. La evolución ha sido constante, cuenta Sánchez, y una muestra de ello es que gracias a los equipos de última tecnología, se pueden hacer desde análisis de productos terminados hasta el desarrollo de nuevos, con todas las pruebas que esto representa.
“Antes, para determinar por qué un producto salía defectuoso, con fisuras o problemas en las superficies, las empresas tenían que enviar las muestras al exterior y se demoraban hasta un mes en recibir las respuestas. Nosotros hacemos los mismos análisis y los entregamos en 24 horas”, dijo el director del Cimac.
Todos estos avances le permiten a este centro de investigación trabajar con los arcilleros de la región, además de seis empresas nacionales y algunas extranjeras.
“La idea era prestarle un servicio al sector productivo y certificar el laboratio. Tenemos sellos para exportar de tal manera que el empresario nos trae los productos que quieren vender al exterior y nosotros les hacemos ensayos de confiabilidad que son válidos en diferentes mercados internacionales”, agregó Sánchez.