A las 4 de la mañana, cuando los pájaros apenas se estaban preparando para recibir con sus cantos las primeras luces de la mañana, Clara Inés Maldonado salió de su finca cafetera, ubicada en la vereda Agua Blanca de Bucarasica. El camino era largo, siete horas de viaje para llegar a su destino, la tienda Juan Valdez, en el centro comercial Ventura Plaza de Cúcuta.
Con casi una hora y media de retraso, esta pequeña productora llegó este martes a su cita, en donde la esperaban 18 hombres, todos productores y que, como ella, eran finalistas de la séptima edición del concurso departamental a la excelencia en la tasa de café ‘Saboreando el Café de mi Tierra’, versión 2016, organizado por el Comité de Cafeteros de Norte de Santander.
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Cuando llegó ya la habían nombrado y aún no se conocía quién sería el ganador, pero Maldonado, ya se sentía una triunfadora: era la única mujer finalista, su grano ocupó el puesto 17 entre los 185 concursantes de la región y ahora, por ser finalista, su café tenía la posibilidad de ser ofrecido en un mercado internacional con un precio más alto.
Los microlotes de exportación representan un verdadero triunfo para los cafeteros, que como ella, siembran en familia, en este caso un su esposo y seis hijos.
El año pasado, también como finalista, Édgar Bastos, que este año ocupó el puesto 12, logró conquistar con el sabor, aroma y notas de su grano a un cliente en Londres, que le compró 1.500 kilos de café a un precio extra de $4.500 pesos por kilo.
La clave para hacer un café especial, que se diferencie del resto, está en el trabajo constante y cuidadoso en cada uno de los procesos que se le hacen al grano de café. En esto estuvo de acuerdo el héroe de la jornada y ganador del primer puesto, Luis Felipe Miranda, un pequeño productor de la vereda Buenos Aires en Pamplonita, quien participó por primera vez en el concurso, sin la convicción de ganarlo, aunque con el conocimiento suficiente para hacerlo, después de 20 años como caficultor.
