Abandonados por el Gobierno Nacional y sin opciones para trabajar, están los agricultores del Catatumbo, víctimas del paro armado que se vive en esta zona de Norte de Santander desde hace seis días.
Por ahora, como lo contaron campesinos y voceros de diferentes sectores productivos, los cultivos están solos, “perdiéndose”, y lo único que pasa frente a las entradas de las fincas son las motos que llevan la gasolina, que es el motor del negocio de la coca.
En este panorama, las pérdidas ya empiezan a cuantificarse. Cifras recogidas por La Opinión revelaron que la Cooperativa de Caficultores del Catatumbo –socia del Comité Departamental de Cafeteros- dejó de recibir 25.000 kilos de café, 15.000 kilos de cacao y de vender 120 toneladas de fertilizantes.
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Por su parte, las dos plantas extractoras de aceite de palma se quedaron esperando 9.000 toneladas de fruto de palma que debían llegar desde las plantaciones y no pudieron vender 1.550 toneladas aceite de palma ya procesadas. Las pérdidas de las dos plantas extractoras son cercanas a los 4.000 millones de pesos.
“Tenemos 250 toneladas de fruto que se están pudriendo, 550 toneladas esperando para salir al exterior y la fruta sobre madurándose en los cultivos”, dijo Mauricio Vargas, gerente de Palnorte.
José Pardo, gerente de Aceites y Grasas del Catatumbo, destacó que las pérdidas para los productores se multiplican porque cuando el fruto se daña, aumenta el riesgo de enfermedades en las plantaciones.
Los más preocupante para los productores es que mientras el Ejército Popular de Liberación (Epl) –también llamados los Pelusos– se enfrentan por el domino territorial con el Ejército de Liberación Nacional (Eln), el Gobierno Nacional a través de su ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, niega cualquier tipo de conflicto, como quien quiere tapar el sol con un dedo.
Rodrigo Lara, vocero regional de la Federación Nacional de Palmicultores, dijo, en tono irónico, que efectivamente en la región “no está pasando nada, porque nadie puede hacer nada: ni trabajar. Todo está parado”.
Semanalmente, se está afectando el sostenimiento de 1.500 familias productoras y 4.700 empleados directos, que se encargan de atender cerca de 30.000 hectáreas sembradas con este producto, aseguró Lara.
A Manuel Carrero, palmicultor y presidente del consejo regional del Sena, en representación de la Sociedad Colombiana de Agricultores (SAC), le preocupa que de extenderse este conflicto, los palmicultores, además de la cosecha actual, también pierdan las de los meses siguientes, porque cuando el fruto no se recoge del árbol, este pierde su ciclo de productividad y deben esperar muchos meses para que vuelva a florecer, indicó.
Lo que más temen los palmicultores es que se repita lo del 2013, cuando el paro se extendió casi dos meses y dejó pérdidas superiores a los $20.000 millones a los productores.
Precisamente, una de los mayores dilemas frente a lo sucedido ese año, es que ahora no hay qué ni con quién negociar y el Gobierno- en esa época- ya estaba sentado en una mesa de diálogo, aseguró Vargas.
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La situación no para los cacaoteros y cafeteros. Miller Otero, gerente regional de la Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao), dijo que uno de los principales inconvenientes generados por el paro es que los técnicos no pueden llegar a los cultivos para prestar el asesoramiento necesario ni los campesinos pueden salir a los cultivos. Norte de Santander cuenta con 13.000 hectáreas, la mayoría de ellas en el Catatumbo.
En el caso de los cafeteros, la única opción existente es que los vecinos y familiares se ayuden para recoger los granos, entendiendo que por ahora es imposible movilizarse y esto, después de un tiempo, puede llevar a que el grano se fermente, perdiendo cualidades que le hacen perder su valor comercial.