Al escuchar el nombre de Aracely Valero, las mujeres que estaban junto a ella se abrazaron y tomaron un nuevo respiro. Los nervios eran evidentes, ahora la corona se definiría entre las dos.
Mientras el presentador continuaba, el público se repartía en arengas entre Pamplonita y Villa Caro, los municipios que representaban estas dos mujeres, que esperaban con las manos cruzadas, la decisión final.
Por fin, después de algunos minutos, el nombre de la ganadora sonó fuerte y claro: Lidia María Monsalve. La reacción fue inmediata, como en cualquier reinado. Ella, a sus 55 años de vida, levantó las manos, aplaudió con emoción y sonrió. Su contrincante, Maribel Páez González, de 25 años, se llevó las manos al rostro sin poder creer lo cerca que había estado de ganar.
No hubo flores, corona, ni cetro, pero si el reconocimiento del auditorio, en un gran porcentaje compuesto por hombres. Llegaron las fotos, todo el mundo quería una y Monsalve, presa de la emoción, posaba, al tiempo que los ojos se le llenaban de agua.
De los cinco finalistas, cuatro eran mujeres. El único hombre fue Dario Botia Niño.
Este es el premio a toda una vida de trabajo dedicada al café, la matica que le da el sustento a su familia y que su papá le enseñó a sembrar cuando tenía unos 15 años, contó, ya un poco más tranquila. Eso sí, no soltaba el trofeo ni el cheque, “es que nunca me había ganado algo así”, dijo.
Pero este, contrario a lo que pareció en el final, no era un reinado. En realidad, se trataba de la premiación del concurso regional ‘Saboreando el café de mi tierra’, donde se eligieron los mejores granos de café del departamento y que en esta, la octava versión, tuvo por primera vez un podio lleno de mujeres. Ya en otra edición una mujer había ganado.
En total, el Comité Departamental de Cafeteros recibió 339 muestras de café, de donde salieron los 17 finalistas que ayer asistieron a la premiación en el Hotel Casa Blanca de Cúcuta, aprovechando además la celebración del Día Nacional del Café.
En ese grupo selecto quedaron seis mujeres, una de ellas en el sexto lugar. Las cuatro restantes ocuparon los cuatro primeros puestos. En total 53 mujeres productoras, que lideran sus cultivos, que se meten en medio de la cosecha, que saben todo sobre café, que trabajan al igual que los hombres, fueron las que participaron en este concurso.
Ricardo Mendoza, gerente del Comité de Cafeteros de Norte de Santander, manifestó su satisfacción por este resultado, en donde se evidencia que la producción cafetera no solo es un trabajo de ‘machos’.
Por eso, una de las metas, es que más mujeres participen en las elecciones que el gremio realizará en septiembre de este año. “Necesitamos más mujeres y más jóvenes, por eso estamos trabajando”, dijo el directivo, reconociendo que aún la participación de ellas en los comités municipales y en el departamental, sigue siendo baja.
Precisamente, la mesa directiva del comité de Norte de Santander, está compuesta por 12 personas y allí solo hay una mujer.
En esto Monsalve y sus compañeras quieren ser una inspiración, que más mujeres manden en el campo y en el café, “somos más juiciosas”, dijo, orgullosa por su trabajo.
Entre el campo y la casa
Pero mandar en el campo no es fácil, sobre todo para ellas. Valero, que ocupó el tercer puesto, perdió hace ocho años a su esposo, que se encargaba de todo.
Con cinco de sus hijos ya adultos y con familia, ella, hoy con 61 años de vida, decidió en ese momento dedicarse en serio a la caficultura y para eso tenía cuatro hectáreas en su casa en Herrán, que aunque producían, no lo hacían de la forma adecuada. Pidió un préstamo de seis millones de pesos, sembró 11.000 plantas y empezó a trabajar porque de algo tenía que vivir. Ahora, toda su cosecha es considerada un café especial, espera seguir metida en el campo hasta que su cuerpo la deje. Los hijos le dicen que venda la finca, pero ella prefiere trabajar.
Aracely Valero entregaba orgullosa una muestra de su café.
El caso de González, la menor del grupo, es diferente. Casada y con tres hijos, la joven ama el café y por eso decidió meterse en la actividad que al principio solo desarrollaba su esposo. “El me escucha, se deja hablar y también me dice cosas, me da consejos”, dice, reconociendo entre risas que ella es la jefe.
Eso sí, a pesar de estar al tanto de todo lo que tiene que ver con el café, sabe que no se pueden dejar a un lado las labores del hogar y eso es lo más difícil, poder cumplir en las dos actividades.
En eso está de acuerdo Monsalve, que en su finca en Pamplonita, no ha descuidado nunca los trabajos propios de la casa, a la vez que trabaja en la cosecha del café, porque “hay que darle pa’ lante con todo”.
Y esta mentalidad, de sacar todo adelante, llevó a la ganadora a enseñarle a su esposo, un conductor de profesión, todo sobre el café. Lo mismo que hizo con sus cuatro hijos y que espera seguir haciendo con quien pueda, hasta con los trabajadores, a quienes anima siempre para hacer mejor su labor.