Sin agua y con los suelos secos, el sector rural colombiano empezó a buscar los culpables de esta situación y en varias regiones del país la palma de aceite pasó a ser uno de los acusados.
En Norte de Santander, por ejemplo, habitantes de la zona del Catatumbo han cuestionado el exceso de agua que requieren estos cultivos y el daño generado a los suelos, en donde según algunos, no se puede volver a sembrar.
A la lucha contra la Pudrición del Cogollo (PC), los especialistas de la Corporación Centro de Investigación en Palma de Aceite (Cenipalma) también se dedican a estudiar la palma para lograr, entre otras cosas, desmentir lo que para ellos son rumores infundados y sin ninguna base teórica.
¿Quién dice que la palma gasta más agua? ¿De dónde sacan eso? Preguntó Cristian Bayona, biólogo e investigador asociado de la entidad, durante un recorrido por la estación experimental La Vizcaína (corregimiento Peroles), en el marco del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, versión 44.
Entre los datos más relevantes de la investigación sobre el uso del agua desarrollada por Bayona, sobresalen algunos datos, por ejemplo, que la transpiración de una hectárea de palma al día es de 1,15 milímetros a 1,20 milímetros, mientras que la de otros productos comerciales supera los 2 milímetros.
“Lo que ya se demostró con esto es que la palma no gasta mucha agua, ni más de lo que gastan otros cultivos como el café o la caña”, agregó Hernán Mauricio Romero, coordinador del programa de Biología y mejoramiento de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma (Fedepalma).
El suelo no se destruye
Como el agua, el otro elemento principal para la siembra de palma de aceite es el suelo. Con cerca de 500.000 hectáreas sembradas al finalizar el 2015, son varios los ‘peros’ que caen sobre estas plantaciones.
Que el suelo se pierde y no se puede volver a sembrar. Después de la palma, la tierra se seca. La palma se va a chupar toda el agua. Son algunos de los cuestionamientos más comunes.
Frente a esto, Romero replicó que “el ciclo biológico de la palma dura 25 años, cuando pasa eso se renueva la plantación, se cambian los arboles grandes por los pequeños y así se sigue renovando, cada vez hasta con mejores producciones y suelos en mejor estado (...) Si eso fuera cierto, ocurriría lo que pasa en la selva amazónica con la soya, donde al tercer año hay que seguir migrando y tumbando nuevo bosque porque ahí no va a crecer más soya o maíz”.
El director de tecnología de Fedepalma resaltó que la palma es un cultivo duradero, con sistema agroforestal cada vez más eficiente y común entre los palmicultores.
El lío de las malas prácticas
Entonces, si desde Fedepalma se asegura que las plantaciones no están dejando sin agua al campo y mucho menos secando el suelo ¿en dónde está el problema?
Principalmente, explicaron los voceros del gremio, los señalamientos que recibe la palma son generados por los malos hábitos de algunos productores.
“El palmicultor que daña la tierra es el mal palmicultor. Ningún cultivo acaba la tierra, todos tienen unos requerimientos de manejo y si eso se hace correctamente, el suelo dura para la eternidad”, dijo José Ignacio Sanz, director ejecutivo de Cenipalma.
Una de las actividades que aún persiste en algunas zonas del país es la siembra a la orilla de los ríos, que favorece la propagación de enfermedades como la pudrición el cogollo. Además, están quienes siembran sin tener en cuenta las variedades de palma, los tipos de suelos ni el diseño de los sistemas de riego.
Lo preocupante en este caso es que hay algunos productores que siguen utilizando el sistema de riego por inundación, una práctica que Fedepalma busca erradicar por el exceso de líquido que se utiliza.
Para esto hay varias opciones, las mismas que hoy ya están siendo utilizadas por los productores de los departamentos del norte de Colombia, quienes abrumados por la sequía tuvieron que hacer un mejor uso del agua, reduciendo más de un 60% el consumo y aumentando la rentabilidad de las hectáreas de 12 toneladas por hectáreas a 20 toneladas por hectárea aproximadamente.
“La palma en Colombia es un cultivo de reciente domistificación, estamos en la segunda generación de palma, la primera la sembraron a lo Tarzán, así como sucedió con el café y el ganado. Ahora tenemos palmicultores más jóvenes, preparados, que están empezando a cambiar las cosas, ajustándose a los estándares internacionales”, dijo Sanz.
Una muestra de ello es por ejemplo que el 8% de la producción total de aceite de palma del país tiene certificación ambiental sostenible (RSPO) y la meta de la federación es llegar al 100% en un mediano plazo.