El plebiscito por la paz es el tema de moda en Colombia, tanto así, que hoy todos los sectores de la ciudadanía se debaten en apoyar o no el proceso que adelantan el Gobierno Nacional y las Farc en La Habana (Cuba). En esta misma dinámica se encuentran los empresarios del departamento y del país.
La preocupación e incertidumbre que invaden al tejido empresarial y que se evidencian en las encuestas desarrolladas en las regiones colombianas, son una muestra del desconocimiento que existe sobre los acuerdos parciales, destacó María Victoria Llorente, directora de la Fundación IDEAS para la Paz (FIP).
“Aunque hay mucha información disponible, la gente no conoce los acuerdos”, dijo la representante de la FIP, durante su participación en el foro ‘Empresarios y paz, hacia una agenda compartida’, desarrollado ayer en Cúcuta.
El evento organizado por la Fundación y la Cámara de Comercio de Cúcuta, reunió a voceros de la industria regional y representantes del Gobierno, con el único objetivo de aclarar las dudas existentes sobre el proceso de paz y lo que viene después del mismo.
Las dudas de los empresarios están basadas en varios aspectos: ¿cuánto les va a costar? ¿cuánto van a subir los impuestos? y ¿qué van a ganar con eso? Explicó Llorente.
Un ejemplo de este pensamiento es Jorge Duarte, un asistente al encuentro, quien manifestó: “nosotros somos empresarios y a nosotros nos convencen con cifras, con argumentos”.
Al respecto, Julián Arévalo, asesor de la oficina del Alto Comisionado para la Paz, recordó a las más de 100 personas del auditorio, que diferentes estudios comprueban que el Producto Interno Bruto (PIB) de una país en conflicto deja de crecer cerca de 2,2% al año. En Colombia, las expectativas del Gobierno Nacional están en lograr un impulso de entre el 1% y el 1,5% de la producción nacional con el posconflicto.
Entre algunos de los rubros que se beneficiarían con la paz, el vocero destacó el agro, en donde el PIB crecería un 3% más, lo que permitiría aumentar en 700.000 toneladas al año la despensa agrícola del país, porque se empezarían a utilizar territorios que no se han podido explotar por la violencia.
Además, se espera que la industria hotelera genere 170.000 nuevos empleos y que la infraestructura logre superar las limitaciones existentes, como por ejemplo, que es más costoso llevar un contenedor desde Bogotá hasta el puerto de Buenaventura que desde el mismo puerto hasta Tokio.
A pesar de estas buenas expectativas, Arévalo reconoció que entre las previsiones del Gobierno Nacional no estaba el escepticismo de los empresarios y por eso ahora la tarea es hacer un trabajo más específico de socialización con ellos.
En esta fase que ya se viene desarrollando, el vocero de la oficina del Comisionado para la Paz se mostró optimista, pues resaltó que la posición de los voceros de la industria va cambiando cuando conocen más detalles sobre la negociación y los alcances de la misma, entendiendo que no es posible tener un proceso de paz exitoso sin el apoyo de la industria nacional.
Nuevo papel de las empresas
Con la firma de la paz y la aplicación de los acuerdos llega un escenario en donde se espera lograr una transformación social y económica, especialmente en las zonas marcadas históricamente por el conflicto armado.
Para aprovechar las potencialidades se requiere un apoyo de las grandes industrias regionales y nacionales, quienes deben aportar desde la experiencia que tienen en temas de responsabilidad social, entendiendo que este es un concepto que va más allá del asistencialismo.
Un acuerdo de oportunidades
Durante el foro ‘Empresarios y paz, hacia una agenda compartida’ quedó claro que la firma de la paz traerá una serie de oportunidades de desarrollo a las regiones.
En este proceso de posconflicto, que incluye a toda la sociedad civil -no solo a las víctimas de la violencia o los desmovilizados- se busca descentralizar la producción de las grandes ciudades, para llevarla a las zonas históricamente golpeadas por el conflicto, pero con grandes potencialidades de desarrollo.
La delegada del Ministerio para el Posconflicto, Marcela Quintero, explicó que la rehabilitación socioeconómica y de infraestructura de estos territorios, depende de la llegada de inversión para fomentar pequeños emprendimientos, los cuales deben estar relacionados a la vocación y el conocimiento de las regiones.