El desarrollo económico y social de Norte de Santander enfrenta varios retos, uno de ellos, tal vez el más importante, es conectar a Cúcuta con las subregiones del departamento.

La capital nortesantandereana, aunque tiene todas las capacidades para ser el eje de desarrollo departamental, sigue estando muy lejos de las demás zonas rurales y urbanas de la región, aseguró Juan Carlos Ramírez, director para Colombia de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).

El experto, que estuvo hace unos días en Cúcuta invitado por el programa ‘Cinco a las Cinco’, explicó a La Opinión que “se ve a Cúcuta y los municipios metropolitanos muy lejos de las otras regiones del departamento, no hay una continuidad de mercados, de esfuerzos, de comunicación, de flujos, no hay una dinámica conjunta”.

El problema con este tipo de relaciones es que cuando se desarrollan proyectos o iniciativas en esas regiones alejadas, no tienen un gran impacto de cambio porque las economías no están conectadas y la idea es que todo esté ligado al flujo de desarrollo que debe ser Cúcuta.

Pero dicha transformación requiere del apoyo de todos los sectores, privados y públicos, así como de las instituciones educativas. “Las universidades, por ejemplo, pueden  impulsar estos flujos de conocimientos a través de estudiantes que vayan hasta allá a generar redes y eso es una inversión que impulsa el crecimiento”, expresó Ramírez.

Según el vocero de la Cepal, lo más importante es que la ciudad tiene el conocimiento y eso se debe aprovechar para romper con las barreras de aislamiento, las cuales fomentan la pobreza y la falta de infraestructura, dos aspectos indispensables del desarrollo.

Manteniendo esta filosofía de integración, otra de las tareas estaría en materia de reglamentación pública, entendiendo que municipios como La Gabarra y Cúcuta tienen realidades sociales, económicas y culturales totalmente diferentes.

La relación entre Cúcuta y el resto del departamento también depende de una relación de confianza, en donde se dé a las poblaciones la libertad para decidir sobre sus prioridades y desde allí empezar a trabajar de manera conjunta en las mismas.