Uno de los principales puntos de discusión entorno de la industria petrolera es si esta representa o no un punto de inflexión para el desarrollo de las regiones y los países donde se hace la explotación.
Sobre esto, los puntos de vista son variados. Felipe Bayón, presidente ejecutivo de Ecopetrol, mostró los primeros resultados de un estudio desarrollado en convenio con Fedesarrollo, el en el que se indica que las tasas de formalidad laboral e inversión en los municipios productores de Casanare, Meta, Putumayo y Arauca, donde la petrolera tiene actividad, son superiores a los del resto del país.
Un ejemplo de ello es que mientras la inversión promedio anual entre 1995 y 2016 en las poblaciones de Arauca, con explotación de crudo, fue de $74.000 millones, en las cabeceras no productoras la cifra apenas llegó a $23.000 millones y el promedio nacional fue de $34.000 millones.
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En el tema de empleo, se destaca que el índice de formalidad en el trabajo en los cascos urbanos extractores de petróleo del Putumayo llegó al 29%, mientras que en los no productores fue de 8%.
Bayón indicó que la clave para garantizar la viabilidad de los proyectos, el relacionamiento con las comunidades y la evolución de las mismas a largo plazo, es la consolidación de confianza entre los diferentes actores.
Manuel Rodríguez, exministro de Medio Ambiente del país, aseguró que los municipios petroleros y mineros del país son los que reflejan los mayores índices de pobreza, basado en un informe de la Contraloría.
La baja incidencia del sector petrolero en las poblaciones productoras tiene una relación directa con la baja participación de las mismas en los recursos de regalías que resultan de la actividad extractora, y que deberían servir para apalancar los proyectos de infraestructura, vías y salud, entre otros sectores.
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Cuestionada sobre esta problemática, Catalina Díaz, subdirectora de Minas y Energía del Departamento Nacional de Planeación (DNP), destacó que el sistema actual de regalías lleva apenas unos años y hay que darle tiempo. Pero lo más importante, señaló la funcionaria, es la debilidad que hay en las administraciones municipales para presentar propuestas para poder recibir aportes del sistema de regalías.
La crisis del sector petrolero, de la economía colombiana y el problema de aceptación que tienen las industrias en las comunidades, también están relacionados con el no aprovechamiento de los recursos de los buenos años de la industria petrolera y el mal uso que se le dio a los mismos, aseguró en su presentación el coodirector del Banco de la República, José Antonio Ocampo.
Problema mundial
La discusión de si la explotación petrolera es el diablo o una bendición, se puede referenciar por países. Antoine Half, director del Centro para la Política de Energía Global de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), puso a Venezuela como un claro ejemplo de como la riqueza en crudo negro no significa desarrollo.
Si bien la actual problemática del país suramericano, que tiene las principales reservas de crudo del mundo, son de índole social, económico, político y de corrupción, están también están marcadas por la mala destinación de la utilidad petrolera y la ausencia de inversión en el sostenimiento de la industria, señaló el vocero.
Otro caso específico es el de Nigeria “que era más rico antes del petróleo”, dijo el Half.
Entre los bendecidos, el caso más relevante es el de Noruega, un país con más de un trillón de dólares en inversiones, una gran vocación al desarrollo verde (sostenible), apuestas a la implementación de energía renovable y muy exitosa en explotación costa afuera.