Los venezolanos que llegan a Cúcuta a retirar los pesos que su gobierno les vendió a un precio preferencial, llegan cargados de paciencia, almuerzo y ropa, por si de pronto les toca quedarse. Claro, también traen la ilusión de poder comprar lo que en su país no consiguen, nada tan especial ni importante: solo arroz, harina, leche y pañales, entre otros artículos de la canasta básica.
El proceso, que inicia con la solicitud de una cita para ser atendidos en Venezuela en la empresa Italcambio, termina en Cúcuta con una larga fila, ya sea en Giros Internacionales o en Titan International, las dos empresas autorizadas en Colombia para que ellos puedan finalizar el proceso.
El problema no es la fila, es que “es tremenda fila chamo”, tan grande y desordenada, que algunos han necesitado más de un día para retirar su dinero. Manuel Villalobos, por ejemplo, tuvo que pasar la noche en Cúcuta y pagar una habitación de hotel con tres compatriotas suyos que tampoco fueron atendidos.
Este martes, sobre el mediodía, este hombre de 54 años, cuya cabeza rapada revela el paso del tiempo, pudo obtener los ‘reales’, como le dicen en su país al dinero, los cuales destinará para completar lo de su viaje a Chile, en donde intentará buscar un mejor futuro para él y su familia, “porque ya uno allá (Maracay- Venezuela) no vive ni con tres salarios mínimos. En Chile hay trabajo y con un salario me va a alcanzar más”, aseguró, mientras era corrido de un andén por la dueña de un negocio que le pidió quitarse a él y otros tantos, porque iba a barrer el espacio público.
“Si señora, ya me corro”, le respondió, caminado unos metros y esperando ser nombrado en una lista que tenía un patrullero de la Policía Nacional, que ayer hacía de secretario de Giros Internacionales, organizando la fila de los clientes.
Para evitar el desorden que se había presentado en los últimos días, esta empresa decidió que atendería a los vecinos de la frontera pero con cita previa asignada por internet. Es decir, que a la cita que tienen que pedir en Venezuela para comprar los pesos, se le suma otra virtual en Colombia para poder reclamarlos.
Al final, aunque la espera valió la pena, este ingeniero metalúrgico tuvo la misma queja que todos los que logran comprar pesos: la tasa de cambio no es la que prometen. Villalobos invirtió 300 mil bolívares, por los que debería recibir 1 millón 200 mil pesos, pero recibió solo un poco más de 700 mil pesos, por concepto de las deducciones de gastos administrativos que le hicieron en los dos países. A esto hay que restarle los 40 mil pesos que gastó en hospedaje y desayuno, sin contar lo que invertiría en el almuerzo.
Vienen preparados
“Perro viejo late echado”, reza un adagio popular colombiano y los venezolanos son una fiel muestra de ello. Acostumbrados a las largas filas, hombres y mujeres cruzan la frontera con desayuno, almuerzo y hasta la cena lista.
El sol se lo aguantan, pero el hambre no. José Alcalá, proveniente del Táchira con dos mujeres, traía pasteles, arroz con pollo y hasta gaseosa. “Lo que vamos a cambiar es para comprar lo que allá no se consigue, tenemos que ahorrar”, dijo el joven tachirense, empleado de una pizzería en San Cristóbal.
Otros, como es el caso de Villalobos, acudieron al pan con queso, uno grande, que le sirvió como alimento todo el lunes, hasta llegada la noche.
“Lo que más compran es agua”, aseguró Pablo Díaz, un vendedor ambulante cucuteño, que, con su pequeña ‘chaza’, aprovecha la espera para aumentar sus ventas.
Con las filas, él pasó de vender diariamente menos de medio paquete de agua (20 unidades) a casi 4 paquetes. Lo otro que más compran son cigarrillos y chicles, dijo este hombre con varios años de experiencia en el comercio callejero. Precisamente, este conocimiento lo llevó a decir que “estos es como las remesas de antes, pero más desordenado”.
Ya no son dos minutos
Frente a las puertas de Giros Internacionales y Titan International se hacen dos filas: una de colombianos y otra de venezolanos. El problema es que los locales casi no los están atendiendo.
En Titan, por ejemplo, María Alejandra Ángulo, se volvió a quedar ayer sin ficho para reclamar un giro que le enviaron desde el exterior la semana pasada y que teme pueda perder por el tiempo que ha pasado.
En la misma situación estaba Camilo de los Ríos, quien lleva tres días en tres horarios diferentes intentando poder retitar, pero nada. “El problema es que salen y dan 50 fichos, 40 para los venezolanos y 10 para nosotros”, aseguró.
Ya en Giros Internacionales, con menos demoras, los cucuteños en la fila decían: “algo que hacíamos en dos minutos ahora lo hacemos en horas”.