El problema de los cafeteros no es la renovación de cultivos ni la productividad de los mismos, porque esas en realidad son las metas que intentan cumplir cada año. El verdadero ‘dolor de cabeza’ de los productores del grano es la falta de recursos para poder llegar a estos propósitos.
“Estamos haciendo la tarea de renovar, de sembrar con altas densidades, pero estamos faltos de recursos”, dijo Mario López, presidente del Comité de Cafeteros de Norte de Santander, durante la posesión del nuevo gerente del Comité departamental, Ricardo Mendoza.
Según las cuentas de los productores, renovar una hectárea de café requiere una inversión inicial cercana a los $7 millones para la sustitución de las plantas y de $3 o $4 millones de pesos más para su sostenimiento mientras las empiezan a producir, cerca de 20 meses después.
Estos son los recursos que normalmente los cafeteros no tienen y que Mendoza tiene la tarea de ayudar a conseguir. Norte de Santander, de acuerdo con los datos oficiales, tiene 24.321 hectáreas sembradas con el grano insignia del país, de ellas el 39,06%, es decir, 9.500 hectáreas ya cumplieron su ciclo, están envejecidas.
El nuevo gerente de los cafeteros explicó que para lograr que la caficultura sea más atractiva, rentable y productiva, los campesinos de la región necesitan el apoyo de sus mandatarios municipales y regionales, para aportar y gestionar recursos.
La misma solicitud la hizo el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, que, aprovechando su visita a Cúcuta, le pidió a las alcaldías y el departamento mejorar las vías veredales (terciarias) las cuales dificultan el diario vivir de los campesinos.
Precisamente, Vélez recordó que el país tiene el reto de producir 20 millones de sacos de café en 2020 (seis millones más que el producido de 2016) y para esto se requieren cultivos renovados, con más densidad de plantas y mayor productividad.
Aunque falta trabajo por desarrollar, hasta el momento los cafeteros de la región han logrado mejorar la densidad de sus hectáreas, pasando de 4.500 a 6.700 plantas por cada mil metros cuadrados.